viernes, 28 de septiembre de 2012

El recuerdo de los días miserables


Y cuando más seguro estuvo de sí mismo: cuando tenía ganado el respeto de sus colegas a fuerza de disciplina y de demostrar con hechos por qué era quien era; cuando los políticos lo saludaban al pasar y sus suegros lo consideraron el hijo varón que la guerra nunca les dejó tener y le recordaron, incluso, sus antepasados o raíces: que Bohemia y Moravia fueron el embrión de los Países Checos, y que si su familia era morava y los Míclav también todos eran, pues, checoslovacos y moravos de sangre y cepa. Cuando todo era una realidad, un puñado de verdades anudadas y prominentes, el recuerdo de los días miserables se le empezó a venir encima como una nube de polvo. Inexplicablemente. Lidia fue la primera en percibirlo: en comprender, tal vez, que una parte del círculo no había sido cerrada.

(Marcelo Luján, Moravia, Barcelona, El Aleph Editores, 2012, pg 39)

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