lunes, 27 de diciembre de 2010

Envejece como un buen vino

Grupo de noche, Juan Madrid

Sexta novela de las siete que componen la saga de Toni Romano, en Grupo de Noche lo encontramos pateando las calles de una Madrid que ya se apresta a entrar en la Europa del Euro.

Para los que no conocen a este fascinante personaje, podría decirles que Toni Romano es el nombre que usaba como boxeador, pero que su nombre real es Antonio Carpintero. Desencantado expolicía, arrastra una dura infancia junto a su padre limpiabotas, y un presente de soledad. Las mujeres no le duran a este hombre solitario, individualista, testarudo, intransigente en su honestidad. Alterna trabajos a lo largo de la serie, de esos que siempre derivan en problemas. Lo vemos como investigador y cobrador de morosos para la Agencia Draper, también como guardia de seguridad en un oscuro antro de la calle Montera. Es cierto que las cosas no van mejorando para Toni: en Grupo de Noche intenta ganarse 50000 pesetas dejándose abofetear en público por un imbécil que pretende conquistar a una mujer.

Toni está más viejo, pero igual de duro. Sus problemas de salud le impiden dormir, y comienzan a jugarle una mala pasada. En esta historia se ve envuelto en la búsqueda de un antiguo compañero, su mejor amigo de las épocas en las que comandaba el grupo de noche. El caso es que van reapareciendo viejos asuntos muy oscuros, y Toni poco menos que se ve obligado a investigarse a sí mismo.

La característica más saliente de las novelas de la serie de Romano también se reconoce en Grupo de Noche. Por un lado, Juan Madrid nos ofrece otra historia perfectamente clásica, que respeta todo el “manual” de la buena novela de género negro. Y por otro, y esta es la característica que mencionaba, nos entrega magníficas piceladas costumbristas de la Madrid de aquellos años que van de la transición al comienzo del siglo. La combinación es perfecta, y hace que uno ame estas historias tristes, amargas, sórdidas, llena de los los sabores y lugares reales de una Madrid bien reconocible y poblada de los mismos personajes y costumbres que lo acompañan a lo largo de toda la serie (Juan Delforo, Matías, Casa Camacho, los Ducados, el barrio de Malasaña).

Toni Romano sigue envejeciendo pero bien, como los buenos vinos. Deberíamos leer todas sus historias.

8/10

domingo, 19 de diciembre de 2010

Viaje interior

El ojo del grillo, James Sallis

Otra gran novela de Lew Griffin.

Una vez más, una o varias historias que, mucho más que un thriller, conforman un viaje interior, la incesante búsqueda de uno mismo a través de los otros. En suma, una historia de amor.

En esta historia, Lew, ex – alcohólico que tiene sus recaídas, escritor y profesor universitario de Literatura Francesa que lee a Borges (aquí Sallis -él mismo un polifacético y reconocido crítico, poeta, ensayista y editor-deja entrever su erudición: el libro arranca con una cita del gran Enrique Anderson Imbert), siempre obsesionado por la búsqueda de personas comienza la novela al revés, con un encuentro: un indigente aparece en un hospital. Lew no sabe quién es el aparecido, pero lleva un ajado ejemplar de una novela suya. Lew cree estar ante El Gran Encuentro de su vida: ¿puede haber aparecido su amado y perdido hijo David? El detalle extraño es que el indigente dice ser… el mismo Lew Griffin.

Como en todas sus novelas, son importantes protagonistas la ciudad de New Orleans -ese sí que un verdadero crisol de culturas-, la condición de negro, la literatura, el amor a los amigos y a las mujeres –las que están, pero especialmente, las que ya no están-, a los hijos… Sallis/Griffin se las arregla para mostrarnos, de un mundo que sabe triste, amargo, peligroso y barranca abajo, su visión esperanzada, con momentos epifánicos, en la que el crecimiento interior y el amor aún constituyen las únicas formas de redención.

Traducción: Pedro B. Rey

7/10

domingo, 12 de diciembre de 2010

Con M de Mujer, M de Millhone


A de Adulterio, Sue Grafton

Primera novela de la célebre serie del alfabeto, A de Adulterio (1983) nos presenta a la detective Kinsey Millhone, narradora y protagonista de unas veinte novelas hasta el día de la fecha.

Kinsey es una detective privada que trabaja en Santa Teresa, pequeña ciudad de la Baja California. Allí vive sola, y a sus 32 años se va recuperando de su segundo divorcio. Casi siempre cena en al restaurante de su amiga, Rosie´s, y después sale a correr para mantenerse en estado. Usualmente se ocupa de rutinarias investigaciones para compañías de seguros. Hasta el día en que comienza esta historia, cuando en su oficina recibe a Nikki Fife.

Nikki acaba de cumplir ocho años de prisión por el asesinato de su esposo, el mujeriego abogado Laurence Fife. Viene a verla a Kinsey asegurando que ella no lo mató, y quiere saber por culpa de quién se pasó ese largo tiempo a la sombra. Kinsey, que había hecho trabajos ocasionales para Laurence y que había presenciado el juicio, cuyo veredicto nunca la convenció, acepta el trabajo.

La investigación se le pone difícil a Kinsey, principalmente por el tiempo transcurrido desde el crimen. Pero se las arregla para ir desatando nudos y encontrar al asesino, no sin antes sufrir algunos golpes (tanto físicos como emocionales) que dejarán su huella.

La historia mantiene un ritmo muy interesante, y en ese sentido cumple con lo que se espera de una novela del género. No obstante, su mayor atractivo está en el personaje –y la permanencia y éxito de Kinsey reafirman que hay muchos que coinciden en esta apreciación-. Kinsey Millhone es una de las primeras detectives privadas mujeres, y a través de sus vivencias y su lenguaje y sus pensamientos Sue Grafton introduce muchos conflictos y puntos de vista “femeninos” (si se me permite la incorrección política) que no son habituales dentro del género. He ahí la caracterísitica más saliente de este personaje y de esta serie de novelas: una protagonista que muestra sin problemas su lado “femenino” al contarnos sus experiencias con los hombres, en el modo de aproximarse a otros personajes femeninos, o al involucrarse sentimentalmente con uno de los sospechosos.

El titulo original en inglés, A for Alibi, debería haberse traducido como C de coartada, pero claro, es necesario mantener el orden alfabético. De todas formas, no tiene la menor importancia: A de Adulterio está muy bien. Sólo lo menciono porque, obsesivo como soy, estas “traducciones forzadas” captarán mi atención cada vez que me cruce con una novela de Sue Grafton.

Traducción: Antonio Prometeo Moya

7/10

martes, 7 de diciembre de 2010

Una más del Lado Oscuro de Hollywood

El mono bajo la lluvia, Robert Crais

“El primer caso de Elvis Cole” reza la tapa de El mono bajo la lluvia. ¿Quién es Elvis Cole?

Elvis Cole es un detective que trabaja en Los Angeles. Vive solo en una casa sobre una colina. Mira los halcones, y a su gato alcohólico que le toma la cerveza. Ah, y además decora su oficina con muñecos de personajes de Disney. Tiene un socio bastante huraño, violento y ultraprofesional para el combate, una suerte de Rambo urbano, llamado Joe Pike.

Último detalle: esta es su primera aparición, pero hasta hoy la serie lleva más de 20 novelas, una más exitosa que la otra. ¿Casualidad? No. Puro oficio y puro entretenimiento.

¿De qué va la historia? Dos mujeres aparecen en el despacho de Cole. Una de ellas, Ellen Lang, necesita ayuda para encontrar a su esposo, que ha desaparecido llevándose a su hijo. La otra mujer es la “problemática” amiga de Ellen, Janet Simon.

En la búsqueda de Mort Lang, que así se llama el desaparecido, las cosas comienzan a enredarse. Aparece una amante de Mort, luego un amante de la amante, un poco de droga que desaparece por aquí y aparece por allá, algunos mexicanos poco amables… en fin, otra historia de los bajos fondos de L.A. y alrededores (que llegan hasta más allá de la frontera, porqué no). Mejor dicho, otra buena historia del Lado Oscuro de Hollywood.

Elvis Cole es un personaje hecho para el best seller, y está muy bien. Hace buenos chistes, afiladísimo para los diálogos, se defiende bien en las peleas y sabe ser violento cuando es necesario. Se pega algún que otro revolcón con alguna dama. Tiene todos los elementos que justifican que sea, a juzgar por la cantidad de novelas que lo tienen como protagonista y que por lo visto suelen aterrizar en las listas de más vendidos, una especie de tanque dentro de la “novela negra californiana” (si se me permite la clasificación).

Su socio Joe Pike y el amigo policía Lou Poitras tienen lo suyo también, y acompañan muy eficazmente.

La escritura de Crais tiene todo lo que se le puede pedir a un buen contador de historias: diálogos realistas e ingeniosos, dosis adecuadas de humor en los momentos precisos, descripciones justas, perfecto tempo narrativo. Y como tal, forma parte del selecto y exclusivo (más selecto y exclusivo que lo que muchos están dispuestos a admitir) club de “autores garantizados”. Al igual que el enorme Elmore Leonard (Crais lo homenajea poniendo en manos de uno de los personajes un libro suyo, ¡Que viva Valdéz!), como Kellerman, Pelecanos, Mosley o Block, Crais también es uno de esos autores sobre cuyos libros de bolsillo te abalanzas en los kioscos de los aeropuertos, seguro de que te salvarán la vida durante tu vuelo de 10 horas.

Traducción: Emilio Muñiz

7/10

viernes, 3 de diciembre de 2010

Sobrevivir para ir, sobrevivir para volver: una novela de exilio

Papel picado, Rolo Diez

Una muy buena novela negra “a la argentina”, si es que tiene sentido tal definición. Bastante alejado al clásico lenguaje crudo, cortante, seco de los norteamericanos, el estilo de Diez es elaborado, depurado en extremo en su forma. Sin la clásica profusión de diálogo que hace trepidante el devenir de la novela negra “de manual”, Diez se las arregla más que bien para llevarnos con humor a través de esta historia de los años negros de nuestra Historia.

Luego de estar a punto de engrosar las listas de desaparecidos, el Negro y Mariana y el Chato, familia de militantes de izquierda, deben exiliarse. Comienza un periplo en el que pasearán su desarraigo por Europa y América, en una especie de “novela costumbrista del exiliado político”, por momentos tierna, por momentos melancólica.

Mientras tanto, su perseguidor, el desafortunado parapolicial Césare D’Amato, alias Puma, alias Lombroso, también se ve obligado a escapar del país, acosado por sus propios colegas, toda gente que se especializa en torturar y matar (y son horrorosamente buenos en lo suyo…)

Luego de recorrer Europa, el destino quiere que las vidas de estos personajes, estas “distintas concepciones del mundo” vuelvan a cruzarse en México, en una serie de encuentros y persecusiones desopilantes, con personajes estrafalarios como el taxista don Herminio, el jefe de la corrupta Policía Judicial o el periodista JM.

Al final, y en lo que tal vez sea una metáfora de nuestra historia circular, unos y otro deciden, una vez vuelta la democracia, retornar a la Argentina. Con sueños y expectativas diferentes, claro, pero pasajeros de un mismo vuelo.

Rolo Diez vive en México, desde su propio exilio en 1980, y forma parte de ese grupo de escritores “negro-criminales” argentinos, casi desconocidos en su país y bien considerados en España. Los otros dos son Raúl Argemí y Guillermo Orsi.

7/10

lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Querías un hard boiled?

Lennox, Craig Russell

¡Al fin una con un detective como la gente! “Como la gente” en este caso siginifica duro, ocurrente, ingenioso, valiente, cabeza dura, bebedor, violento, con un pasado oscuro, con dispares resultados con las mujeres. En fin: Lennox y Lennox, personaje y novela, son todo eso que hizo que uno se convierta en un adicto a las novelas negras.

La acción transcurre en Glasgow, en los años 50. Lennox es un ex militar canadiense, veterano de guerra, que ha recalado en esta turbia, gris, violenta, triste, fría, “puta y horrible” ciudad escocesa. ¿Qué lo ha llevado allí? No lo sabemos con exactitud, pero sí se las arregla para mostrarnos que el pasado en su tierra de origen, su familia de buena posición, su desempeño en la guerra conforman una bolsa de malos y dolorosos recuerdos.

Ahora Lennox se gana la vida como detective privado. Pero no es “cualquier” detective privado. Lejos de perseguir esposos infieles, o de merodear el lobby de algún hotel, nuestro héroe subsiste básicamente de trabajar para gente que “no desea recurrir a la policía”. Por ejemplo, gente como los Tres Reyes, pesos pesado que se reparten las actividades ilícitas de la ciudad, y con los que Lennox mantiene una “cuidadosa” relación profesional.

Cierto día liquidan a tal Tam MacGahern, hamponcito de segunda categoría, y su hermano gemelo Frankie lo contacta a Lennox para que investigue qué pasó. Arranca así una historia bien old school, bien clásica, en la que abundan los gángsters durísimos, las mujeres irresistibles, las borracheras, las golpizas. Siempre ágil y con un afilado sentido del humor, incluso está narrada en primera persona por nuestro héroe. ¿Qué más se puede pedir?

Se dice que Russell tiene un gran éxito con otra serie, ambientada en Hamburgo, y protegonizada por el inspector Jan Fabel. No tuve el gusto aún. Pero no me extraña para nada. Para mí, con Lennox Russell hizo mérito más que suficiente para que considere seriamente buscar más novelas suyas apenas tenga la oportunidad.

Lennox es puro disfrute: diversión garantizada. Y el que no lo crea que pruebe lo siguiente: compre o no la novela (eso es lo de menos) intente leer el prólogo de menos de dos páginas. Después me cuenta si pudo parar ahí y cómo terminó el asunto…

Traducción: Eduardo Hojman

6/10

lunes, 22 de noviembre de 2010

¡Un médico forense ahí!

La química de la muerte, Simon Beckett
Adquirí mi ejemplar de La química de la muerte en la Feria del Libro de Buenos Aires, este año. Esto significa que lo adquirí unos días antes de que apareciera en las librerías. ¿Por qué esta urgencia? Por dos motivos: el primero, los muy buenos antecedentes de la colección Roja & Negra que habían pasado por mis manos (alguno ya comentado en este blog); y el segundo, que había leído, ya no recuerdo si en la web, aunque es muy probable que haya sido ahí, el espeluznante comienzo de la novela.
David Hunter es el protagonista de esta historia. Antropólogo forense retirado, vive ahora en un pueblito rural en Inglaterra, trabajando en el consultorio del médico del pueblo, quien está enfermo y necesitado de un colaborador. Desde luego, David, profesional joven, inteligente y capaz, tiene sus motivos para elegir retirarse a ese entorno chato y sin sobresaltos: una tragedia familiar que necesita dejar atrás.
Un día, unos niños descubren en un bosque el cadáver en descomposición de una mujer. Tiene unas alas de cisne clavadas en la espalda, lo que cancela toda posibilidad de una muerte accidental o natural (la escena en que se relata el descubrimiento, el primer capítulo del libro, es tan buena que prácticamente justifica la lectura de la novela toda… ya sabés: si no vas a comprar el libro, sería bueno que te escabulleras con un ejemplar en un rincón, para leer estas primeras tres o cuatro páginas).
El escalofriante suceso logra que el pasado oculto de David como médico forense salga a la luz de los ojos del pueblo. Y, como se dice por ahí, pueblo chico, infierno grande: la ola de comentarios, suspicacias y envidia se desata, al tiempo que David se ve involucrado en la investigación del asesinato. Que, ejem, resulta no ser el único, sino apenas el más reciente de una serie que lleva ya un tiempito.
Algo apartado de los cánones del género negro, La química de la muerte se acerca bastante a novela de intriga clásica. Me explico: no hay aquí un detective hard-boiled, no hay estructuras de poder que condicionen la vida de una sociedad, no se hace evidente la presencia del dinero o del sexo como motores del delito. En cambio sí hay un escenario más o menos cerrado (el pueblo de Manham, ¡campiña inglesa!); sus personajes (el doctor, el propio investigador, el pastor en su iglesia, la maestra del pueblo, los hermanos pendencieros), y un asesino que habita dicho escenario entre dichos personajes. Como si faltara algo, no hay aquí un investigador que se valga de los golpes (aunque los sufre), las armas y “la calle” para su trabajo, sino uno que usa, por decirlo de una manera genérica, “la ciencia” (tanto la medicina forense como la lógica analítica) para resolver el misterio, con el consabido sorprendente giro final.
Beckett, que según el prólogo de Fresán se reconoce deudor tanto de Chandler como de Highsmith, construye esta historia a medio camino entre dos “estilos”. Y sale muy bien parado, gracias a la creación de David Hunter, este atormentado científico hi-tech, y su contraste con el ambiente oscuro y hostil al que lo transplanta, el pequeño pueblo de Manham.
Traducción: David Paradela
6/10

martes, 16 de noviembre de 2010

En caso de emergencia, una de estas

Desaparecido, Jonathan Kellerman

Kellerman es uno de esos autores que no parecen destinados a escribir un clásico pero, si nos guiamos por Desaparecido, sí parece que sabe lo que hace: hace novelas efectivas, entretenidas y muy bien escritas.

Dónde si no en Hollywood puede suceder que a una pareja de aspirantes a actores se les ocurra, como golpe publicitario, simular un secuestro. No pasa nada: el fraude sale a la luz, mínima repercusión mediática, condenas leves, todo solucionado.

Pero los problemas comienzan cuando, un tiempo más tarde, ella aparece muerta, y él ha desaparecido.

La interminable ciudad de Los Angeles, y sus exóticos, desesperados habitantes son una vez más protagonistas. Millonarios, aspirantes a actrices, sueños imposibles, tortuosas relaciones familiares, gente que desaparece y cadáveres que aparecen. En fin, el paraíso del serial killer.

El detective Milo Sturgis, y su compañero, el psicólogo forense (y narrador en primera persona) Dr. Alex Delaware conforman aquí ese “dibujo táctico” clásico de las novelas de detectives: el dúo. Sin embargo, el trato distante, respetuoso, en cierta medida competitivo, de las parejas protagónicas paradigmáticas (Holmes-Watson; Poirot-Hastings) cambia aquí por diálogos velocísimos y filosos más cercanos a una “buddie movie”.

Se lee de un tirón. Y me lo deja a Kellerman en ese lugar de los autores “prácticos”: uno está tranquilo porque sabe que siempre habrá, en la mesa de Novedades o en la de Saldos, algún libro suyo como para manotear en caso de emergencia.

No tengan dudas que yo lo haré llegada la ocasión.

Traducción: Ana María Nieda

6/10

lunes, 8 de noviembre de 2010

Hasta que se cubra de escarcha el infierno

Bosque frío, Patrick McCabe


Sigo un estricto orden cronológico en la construcción de este blog: el orden en el que aparecen de las reseñas es el orden de las lecturas. Hoy, noviembre de 2010, trataré de compartir el comentario de Bosque frío, de Patrick McCabe, un texto que me debo desde que finalicé su lectura en… ¡mayo! Supongo que el tiempo transcurrido guarda relación con el hecho de que es muy difícil escribir algo acerca de lo que produce esta terrible historia, perturbadora hasta el horror.

Empecemos por decir que el narrador, Redmond, relata el período que va desde finales de los años 80 hasta los primeros años del nuevo siglo. Comienza la historia (en realidad, la novela, pues la historia se verá que comienza mucho antes…) cuando Redmond regresa a su pueblo natal en las montañas de Irlanda. Allí Red –por aquellos años, periodista-, toma contacto con el viejo y querido y pintoresco Ned Strange (strange=extraño), un típico personaje de pueblo. Conocedor del folklore tradicional, Ned toca, canta, baila, recita viejas coplas que resumen siglos de la sabiduría sencilla del hombre del bosque, del campo. Ned cuenta historias, es gracioso, todo el mundo celebra sus ocurrencias.

Ned entretiene a los niños…

Redmond queda fascinado con este personaje, y vuelve una y otra vez, y a medida que va contando sus encuentros, el lector va percibiendo algo “raro” en la narración de Red. Una especie de deslizamiento, una escisión que disloca el relato: comienza a filtrarse otra realidad, lo que sucede dentro de la cabeza del narrador, que a esta altura se vuelve poco confiable.

Sembrado con nada gratuitas alusiones al folklore irlandés, al catolicismo que en ese país conlleva más que en ningún otro una carga política/ideológica, una y otra vez el relato revela los modos en que la pureza y la autenticidad del rudo hombre de montañas pueden esconder un infierno de brutalidad, sometimiento y violencia, de “follaovejas” y de vejaciones. La ominosa presencia del Mal detrás de las pintorescas citas en gaélico. El “valor de la cultura de los ancestros” como la otra cara de la eterna podredumbre del alma humana.

El autor elige una estructura de largas partes que se ocupan de períodos en la vida de Red, organizadas a su vez en breves “flashes”, que pueden ser episodios cotidanos, recuerdos, pesadillas, fabulaciones. Como dije, uno nunca sabe bien a qué categoría pertenece lo que está leyendo. Pero esta forma acertadamente elegida por McCabe propicia la creación del clima oscurísimo a través del cual el lector es arrastrado a lo más profundo de la locura y el dolor de Redmond, víctima y victimario.

Que nadie se equivoque: esta no es una moralizante historia acerca de los pederastas y sus víctimas. No es un drama acerca de las consecuencias de los abusos en los niños, no.

Esta historia terrible, dolorosa de leer, es una perturbadora indagación sobre la locura, es una poética reflexión sobre el Mal. Pero por sobre todo, Bosque frío es una verdadera historia de terror.

Una obra escalofriante que los amantes de lo oscuro no deberíamos dejar pasar.

“… Eran tiempos difíciles, Redmond. Así era la vida en esos sitios rurales, y tú lo sabes. Los recuerdos no se van con facilidad. ¿Te parece que se pueden ir así, de un día para el otro?

-No –respondí.

-Exacto, Redmond. Duran tanto como los malditos pinos. Hasta que se cubra de escarcha el infierno, Redmond. “

Traducción: Marcial Souto Tizón
5/10

domingo, 31 de octubre de 2010

Thriller “hi-tech” de personaje menor

The scarecrow, Michael Connelly

Otra de Connelly. Esta no es de Harry Bosch, pero sirve para ir matando el tiempo mientras llega la próxima (Nueve dragones, que ya está en España). Esta es del periodista Jack McEvoy, aquel que interpretara El Poeta. No es lo mismo que un Bosch, claro, pero vale.

En una era de conectividad sin límites, de menos diarios de papel y más diarios digitales, de tensión entre el "nuevo" periodismo y el de "vieja escuela", el reportero McEvoy está a punto de ser despedido del LA Times. Mientras entrena a quien lo sucederá en el puesto, trabaja en su última nota, relacionada con un adolescente que fue forzado por la policía a confesar un crimen que Jack piensa que no cometió.

Cuando McEvoy comienza a investigar ese crimen, encuentra conexiones con otros crímenes irresueltos, y ahí se dispara una trama en la que la muerte le pasa demasiado cerca, llevándose a la joven periodista que iba a reemplazarlo en su puesto. Para atrapar al asesino, Jack unirá sus esfuerzos con Rachel Walling, la agente del FBI que también aparece en otras novelas de Connelly, especialista en asesinos en serie.

Como todas las historias de Connelly, The Scarecrow también resulta una historia de ritmo cinematográfico, que se lee muy rápido y ágilmente: un page-turner. En ella el autor incorpora elementos que le dan un verosímil de actualidad: investigadores y asesino se valen de Internet, hay empresas de hosting involucradas… en fin, la tecnología tiene un protagonismo bastante central.

No es ni por lejos la mejor de las novelas de Connelly. McEvoy es un buen personaje, pero al lado de Bosch parece apenas un borrador. En cuanto a la estructura de la novela, los capítulos cortos son un buen recurso para la agilidad de la historia. Para mi gusto, se revela muy rápidamente la identidad del asesino, identidad que queda evidenciada por la decisión del autor de ir intercalando tramos relatados en primera persona por Jack, con otros relatados en tercera, por un narrador omnisciente, que justamente “se ocupa” de seguir los movimientos del asesino… Da la sensación de que Connelly podría “sacar” tres o cuatro novelas como esta al año, y uno no sabe si esto es muestra de su “oficio” innegable, o evidencia de que ya escribe en “piloto automático”.

Igual, hay que seguir leyéndolo, como el gran escritor de policiales que es. Esperamos por esos Nueve dragones entonces.

(The scarecrow no llegó a la Argentina editada en español)

5/2010

martes, 19 de octubre de 2010

Magia y violencia en las orillas

Santería , Leonardo Oyola

Santería es la primera novela de la que será una saga de cuatro, a editarse en la interesante colección Negro Absoluto (que incluye, casualmente, la novela del comentario anterior, Lejos en Berlín).

Juan Sasturain, su director, escribe una contratapa por demás vendedora, y que motivó que me comprara esta novela, aún cuando consideré fallida la anterior que había leído del mismo autor, Siete & el Tigre Harapiento.

Y debo admitir que Oyola esta vez respondió a las expectativas creadas en la contratapa.

Santería es una veloz, violenta, entretenida historia que transcurre en los años 90 en algunas villas miseria de Buenos Aires (¿reales o ficticias? ¿importa?): Puerto Apache y el Jabutí. La primera, situada al lado de la Costanera Sur, vive sus últimos días, próxima a ser barrida por la que años después será la huella más visible a nivel urbano del oropel menemista: Puerto Madero. La segunda podría ser uno de los tantos asentamientos de la zona del Bajo Flores, atiborrados de inmigrantes de países limítrofes.

En estos escenarios muy bien recreados se mueve la protagonista y narradora, Fátima Sánchez, conocida como La Víbora Blanca.

Fátima es una joven bruja que lee las cartas, que ha perdido un amor de su vida, el maleante Ray, y que perderá otro amor de su vida, el policía Charly … y que puede ver el futuro en el llanto de las palomas. Un futuro atravesado por la presencia de su enemiga, la Marabunta. Absolutamente malísima, la Marabunta no acepta que Fátima se rebele contra ella, y promete destruirla, herirla en donde más le duele. Pero Fátima no está sola: la acompañan su sobrino Danielín, su amigo el Emoushon y el policía Aguirre, quienes están dispuesto a dejar todo para defenderla de la Marabunta y su ejército de guardaespaldas.

Así las cosas, la historia transcurre oscilando entre la violencia del policial más duro, y las referencias a lo religioso y a lo esotérico, a través de la fuerte presencia de santos e íconos de la fe popular de nuestro país (San Jorge, el Gauchito Gil, San La Muerte). Y todo embebido en un ambiente barriobajero, orillero, con permanentes alusiones a la cultura pop, especialmente en el soundtrack de la novela (desde la cumbia al pop, desde La ventanita del amor a A total eclipse of the heart), en “el llorar de las palomas” que lee Fátima (¿alusión al ochentoso tema de Prince?) y en los modos en que se nombran los personajes entre ellos (el mismo apodo del Emoushon, o los Kevin Costners, que como en la película con Whitney Houston, aquí son los guardaespaldas de la Marabunta).

Buen arranque de Oyola para esta primera parte. ¡Vayamos por más!

5/10

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Un nazi en Buenos Aires?

Lejos de Berlín, Juan Terranova

“El hombre tenía un corte en la garganta de izquierda a derecha. Esto quería decir que el asesino era diestro.”

Así comienza Lejos de Berlín, de Juan Terranova. Convengamos que es un excelente par de oraciones para arrancar una novela policial, ¿eh? Bueno, pero nada es lo que parece.

Estamos en los años de las posguerra, en Buenos Aires. Un hombre degollado, dos mujeres –bailarinas- apuñaladas y algunas botellas de champán son encontrados en un departamento de la avenida Córdoba. El detective Báñez está a cargo del caso… Pero sólo por parte de la policía. Porque hay alguien más que recibe el encargo de desentrañar lo que ha pasado en esa carnicería. Es Louis Danton, un fotógrafo suizo que vive en el barrio de Montserrat, y quien es el verdadero protagonista de esta historia.

Lo dicho: nada es lo que parece. Y Danton tampoco lo es: lejos de la fotografía, Danton es en realidad Bruno Ritter, espía nazi llegado a Buenos Aires antes del final de la guerra. Su importante misión es sondear el terreno para una posible fuga del Führer. Claro que, aliados mediante, el plan sufre algunas alteraciones: el Führer se pega un tiro en Berlín, auspiciado por el Ejército Rojo, y Ritter/Danton queda varado en Buenos Aires, sin un mango.

Más allá de una trama que se va enredando, y de una longitud un tanto excesiva, el mérito principal que le encuentro a esta novela es la vívida reconstrucción de una convulsionada Buenos Aires, en la que se estaba cocinando el peronismo que marcaría nuestra historia por un rato largo, a través de la mirada de un SS Sturmbannfürer que trata de entender qué pasó en el mundo, que le pasó a él, y que le pasará.

Un sacerdote nazi, confesor y colega, periodistas de La Razón, Báñez, la viuda austríaca, el relojero amigo, refugiados y criminales de guerra que llegan al puerto, los “morochos” del 17 de octubre: todos ellos son lo mejor que tiene esta historia, cuya trama resulta difícil de recordar una vez acabada la lectura (desde luego, el esclarecimiento de los asesinatos del comienzo deja de tener importancia).

Juan Terranova es un joven autor, bastante prolífico, que domina una prosa fluida, disfrutable. Sabe además administrar muy bien esos “detalles” que le dan verosimilitud a la historia (la mención constante a la burocracia nazi, sus rangos, grados, instituciones, el uso del idioma alemán, la aparición aquí y allá de breves subtramas basadas en desgraciados y horrendos hechos reales).

Recomendable para quienes gusten de coleccionar visiones sobre aquellos años de la Argentina, pero no tanto para los interesados en un policial puro y duro.

5/10

lunes, 27 de septiembre de 2010

Mal olor en el swinging London

Canciones de sangre, Jake Arnott

Segunda novela de Arnott que se edita en castellano, Canciones de sangre responde largamente a cualquier expectativa que uno se haya creado luego de la sorprendente y muy buena Crímenes a largo plazo.

Estamos en el Mundial de Fútbol de 1966, río revuelto en el que nadan toda clase de peces, y ganan todo tipo de pescadores: mafiosos malteses, policías corruptos, políticos de vida licenciosa, nobles de segunda categoría, aristócratas deshilachados. El swinging London en ebullición forma el marco para esta historia que explota cuando una banda de ladrones aficionados mete la pata muuuucho más allá de lo aconsejable, y todo termina con unos cuantos policías asesinados.

Canciones de sangre resulta veloz y muy entretenida. Arnott construye, con esa especie de elegante decadencia que parece envolver todo lo inglés, una historia entre tarantinesca y ellroyiana, si se me permiten los neologismos. Desde luego, no tenemos a Los Ángeles como escenario, pero sí a otros elementos distintivos que me recordaron a esos dos creadores. De Tarantino es el ritmo vertiginoso, los delincuentes inútiles, el humor. Y bien Ellroy es casi todo lo demás: la clásica pareja competitiva de amigos polis -el honesto y el no tanto-, dos aristas del triángulo que cierra con una sola mujer, que los une y los distancia, que los atrae y los enfrenta; el periodista amarillo que hurga en la mugre y que, bien mirado, apenas se diferencia de un rastrero chantajista; la persecusión obsesiva de un delincuente a lo largo de casi 20 años, hasta bien entrada la etapa Thatcher.

Hay quien en la contratapa anuncia que estamos frente a “la versión británica de L.A. Confidential”. No lo suscribo directamente por mi absoluta devoción a esa obra maestra de Ellroy, pero tengo que admitir que es una afirmación con buena parte de verdad. Muy recomendable.

Traducción: Ignacio Gómez Calvo

4/10


lunes, 13 de septiembre de 2010

Detective se busca a sí mismo

El tejedor, James Sallis

Segunda historia de Sallis que llega a mis manos, El tejedor también es protagonizada por Lew Griffin, detective negro de New Orleans. Dado al alcohol. Ex combatiente. Amante de la literatura y el blues.

La novela atraviesa distintos períodos de la vida de Griffin, y distintos episodios, no necesariamente vinculados entre sí. Primero debe averiguar el paradero de una activista negra. Más tarde pasa un tiempo en una clínica de rehabilitación. Allí un compañero le habla de su hermana, y Lew sale a buscarla. También conoce a Vicky. Y también pierde de vista a su hijo…

El tejedor es una historia amarga y triste, y a la vez luminosa. Tiene sus chispazos de humor ácido, pero también muestra lo que significa para muchos ir con la negritud a cuestas en el ambiente casi siempre hostil de la sureña New Orleans. Su jazz, sus bares, sus borrachos desfallecientes. La literatura como camino de salvación.

Rodeado de personajes de esos con quienes se salvan la vida mutuamente (su amigo el policía Don Walsh, su amiga-amante-mujer, la prostituta LaVerne), Griffin es un detective que viene a ganarse un lugar entre los detectives memorables. Debajo de la Trinidad Marlowe-Spade-Archer, pero perfectamente conviviendo con el Scudder de Block, el Pepe Carvalho de Montalbán, el Bosch de Connelly.

La maestría de Sallis en la construcción del personaje, que vemos a través de su propia visión del mundo, desencantada y esperanzada a la vez, y en lograr esa presencia fortísima de la ciudad, sus costumbres, su gastronomía, su origen francés, hacen de esta novela, y de todas las de la serie de Griffin que se han cruzado en mi camino, un verdadero clásico.

Traducción: Mireia Porta i Arnau

4/10

jueves, 9 de septiembre de 2010

Primer tango de Muñecas

Kriminal tango, Álvaro Abós

Un tipo cualquiera, un contador, sale de su oficina del centro. Lo que parece un mediodía más, terminará siendo bastante especial: veinte minutos más tarde el cadáver del contador se está quemando dentro de un ataúd, tirado en una intersección de dos calles del puerto de Buenos Aires.

Así comienza Kriminal tango, esta muy buena novela de Álvaro Abós, y así comienza para su protagonista, el Inspector Muñecas, el “caso Levinski”. Un caso difícil, impenetrable. Las tramas que se ramifican partiendo del tronco que es el Estudio Levinski incluyen inversiones extranjeras, lavado de dinero, negociados con la recolección de basura, mafiosos chinos… A esta altura nadie se asombra de que un estudio contable maneje algunos asuntos poco claros pero, ¿qué tan oscuros deben ser como para explicar la brutalidad de los asesinos de Levinski?

Muñecas, un personaje que se las trae, es portador de una melancolia que roza con la desesperanza. Violinista y tanguero, esposo abandonado, duro interrogador, el Inspector de la Federal nos lleva de la mano, junto con su colega Magro, a través de una Buenos Aires oscura, hostil, fría, pero absolutamente reconocible: tanto que es la ciudad un protagonista más de esta historia.

El oficio de Álvaro Abós, que ha abrevado en el cuento, el ensayo y la novela, se evidencia en su estilo pulido y cuidado pero a la vez con la contundencia que requiere una buena historia criminal. Todos los elementos del clásico policial negro están presentes en Kriminal Tango: hay corrupción y asuntos poco claros, hay burocracia policial, hay calles y cafés de una Buenos Aires que siempre es testigo y cómplice. Hay policías que no tiemblan a la hora de dar y recibir, milongas peligrosas y un caso que, mucho tiempo después de haber sido abandonado, resurge y comienza a ver la luz …

4/10

Breve manifiesto de motivos e intenciones

Si de reflexionar acerca de esto de los blogs y la hiperconectividad que nos mantiene ilusoriamente comunicados se trata, la más sabia afirmación la leí en una remera (o camiseta, o t-shirt) que rezaba: “No one cares about your blog”. O sea: a nadie le importa tu blog. Una frase de esas que se acomodan en la memoria por resumir de manera casi perfecta aquello que se sabe desde siempre.
Así y todo, calculo que algunas razones deben tener los autores de los más de cientocincuentamillonesdeblogs dedicados a la novela policial negra que hay en la web.
Yo también tengo las mías:
- Me gusta escribir. Y me gustaría saber hacerlo más o menos bien.
- Pero más me gusta leer. Más específicamente, el policial negro, el thriller, o el “género negrocriminal”, como le dicen en España. Es el género que me gusta, el barrio literario al que me mudé hace rato. Y aunque de vez en cuando viajo al centro, siempre estoy esperando el momento de volver a mis calles. Así me funciona.
- Me atrae la idea de releer en el futuro las impresiones que causaron en mí ciertas novelas, ciertos autores, cierta literatura.
- Me vendría muy bien tener este link a mano para usarlo como respuesta a las preguntas: “¿Qué estás leyendo?”, “¿Qué me recomendás para leer?”, “¿Quién es tu autor favorito?”, “¿Qué carajo hiciste para acostarte a las dos de la mañana?”, “¿Leíste algo de …?”, etc.
- Satisfacer mi costado ingenieril y acercar respuesta a cuestiones tales como: ¿cuántos libros leí en un año? ¿promedio de velocidad de lectura? Sí, está bien, lo admito: esta razón es un poco freak.
- Ordenar información sobre mis propias lecturas negrocriminales: años en que trancurren las historias, lugares, personajes, motivos, etc. Esto me permitirá deslumbrar a propios y extraños, respondiendo rápidamente a preguntas tales como “¿cuántas novelas conocés con chantajes y que transcurran en Europa en el siglo XX?” o “¿cuántas novelas que transcurren en Nueva York, y que tienen al menos un asesinato he leído?”... Efectivamente, soy un tipo raro.
Mi nada original idea es comentar, o reseñar, o escribir unas líneas acerca de las novelas, cuentos, relatos, notas o ensayos que se crucen en mi camino. O acerca de cualquier asunto que se relacione con la literatura que me gusta (quien dice literatura dice cine, dice historietas, dice...)
Me pregunto una cosa. Dado que casi permanentemente leo novela negra, los comentarios irán apareciendo a medida que se suceden las nuevas lecturas. Ahora, ¿qué pasa con los libros ya leídos? Mejor dicho, con los Grandes Libros ya leídos. Porque, he de admitirlo, tal vez muchas de las obras más memorables que vaya a leer en mi vida… ¡ya las he leído! Que se entienda bien: soy un ignorante al que le falta muuuucha lectura, pero digamos que es muy probable que no vaya a leer algo nuevo, en cuanto al género que nos ocupa, que alcance la estatura de El largo adiós… ¿Significa que me quedaré sin comentar semejante obra? ¿O este ejercicio será un camino hacia el -a cierta altura de la vida de un lector- inevitable e irreversible proceso de relectura? Quién lo sabe…
En cuanto al nombre del blog, se lo robé al enorme Ross Macdonald. Es de una vieja novela suya que leí, vaya uno a saber cuándo. Seguro que no existía Internet, ni los blogs. Ni recuerdo de qué se trata, pero lo que sí recuerdo es que cada vez que leí al viejo Ross cerré el libro sabiendo que acababa de leer una gran novela, obras importantes de verdad.
Por último, todo lo que aquí se comente o reseñe lo he leído, o releído, y está en mi biblioteca. Parece una tontería puntualizarlo, pero, tal como sabemos que está el mundo e Internet…
Hecha la aclaración, ahora sí, adelante. Son bienvenidos.