“El primer caso de Elvis Cole” reza la tapa de El mono bajo la lluvia. ¿Quién es Elvis Cole?
Elvis Cole es un detective que trabaja en Los Angeles. Vive solo en una casa sobre una colina. Mira los halcones, y a su gato alcohólico que le toma la cerveza. Ah, y además decora su oficina con muñecos de personajes de Disney. Tiene un socio bastante huraño, violento y ultraprofesional para el combate, una suerte de Rambo urbano, llamado Joe Pike.
Último detalle: esta es su primera aparición, pero hasta hoy la serie lleva más de 20 novelas, una más exitosa que la otra. ¿Casualidad? No. Puro oficio y puro entretenimiento.
¿De qué va la historia? Dos mujeres aparecen en el despacho de Cole. Una de ellas, Ellen Lang, necesita ayuda para encontrar a su esposo, que ha desaparecido llevándose a su hijo. La otra mujer es la “problemática” amiga de Ellen, Janet Simon.
En la búsqueda de Mort Lang, que así se llama el desaparecido, las cosas comienzan a enredarse. Aparece una amante de Mort, luego un amante de la amante, un poco de droga que desaparece por aquí y aparece por allá, algunos mexicanos poco amables… en fin, otra historia de los bajos fondos de L.A. y alrededores (que llegan hasta más allá de la frontera, porqué no). Mejor dicho, otra buena historia del Lado Oscuro de Hollywood.
Elvis Cole es un personaje hecho para el best seller, y está muy bien. Hace buenos chistes, afiladísimo para los diálogos, se defiende bien en las peleas y sabe ser violento cuando es necesario. Se pega algún que otro revolcón con alguna dama. Tiene todos los elementos que justifican que sea, a juzgar por la cantidad de novelas que lo tienen como protagonista y que por lo visto suelen aterrizar en las listas de más vendidos, una especie de tanque dentro de la “novela negra californiana” (si se me permite la clasificación).
Su socio Joe Pike y el amigo policía Lou Poitras tienen lo suyo también, y acompañan muy eficazmente.
La escritura de Crais tiene todo lo que se le puede pedir a un buen contador de historias: diálogos realistas e ingeniosos, dosis adecuadas de humor en los momentos precisos, descripciones justas, perfecto tempo narrativo. Y como tal, forma parte del selecto y exclusivo (más selecto y exclusivo que lo que muchos están dispuestos a admitir) club de “autores garantizados”. Al igual que el enorme Elmore Leonard (Crais lo homenajea poniendo en manos de uno de los personajes un libro suyo, ¡Que viva Valdéz!), como Kellerman, Pelecanos, Mosley o Block, Crais también es uno de esos autores sobre cuyos libros de bolsillo te abalanzas en los kioscos de los aeropuertos, seguro de que te salvarán la vida durante tu vuelo de 10 horas.
Traducción: Emilio Muñiz
7/10
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