miércoles, 29 de enero de 2014
Que veinte años no es nada
miércoles, 28 de agosto de 2013
Viejo será Harry, pero todavía sopla
lunes, 11 de julio de 2011
Fin de semana salvaje
En unas vacaciones de verano en Pinamar conocí a Harry Bosch. Fueron dos semanas que me alcanzaron para devorar sus cuatro primeras novelas, en apetitosas ediciones de bolsillo. Desde entonces, lo he seguido en todas sus historias, siempre en orden cronológico, hasta esta 9 dragones. De modo que decir que es un viejo amigo es poco…
¿Qué más se puede decir sobre este entrañable personaje, que no se haya dicho en las reseñas, en la web, en las solapas de sus libros, en los blogs? Que el lector busque por sí mismo todo lo que hay sobre este, uno de los más notables personajes surgidos de la novela negra de finales del siglo XX. Sólo diremos que en 9 dragones Hieronymus “Harry” Bosch sigue como siempre: solitario, cascarrabias —es proverbial su falta de sentido del humor, siempre serio, siempre grave—, buen compañero pero muy exigente con ellos —y con todo el departamento de policía—, siempre al borde del conflicto. Claro que ahora está más maduro. La paternidad lo ha humanizado: se preocupa por Maddie, su hija adolescente que vive en Hong Kong… ¡si hasta se acercó a la tecnología, mandando y recibiendo fotos y vídeos en su celular! Parece más sensible, sí, pero también puede ser violento como el que más.
Maddie, la tecnología, Hong Kong: todos esos elementos cobran importancia en la vertiginosa trama de 9 dragones. En Los Ángeles asesinan a Mr. Li, un anciano inmigrante chino, a quien Bosch conocía de la época de los disturbios del 92. Es asignado al caso junto a su compañero Ferras. Parece ser un asunto de las tríadas o mafias chinas. En su afán por avanzar en la investigación Bosch consulta a su hija por el significado de unos caracteres chinos, enviándole unas fotos. Cierto viernes por la mañana él y sus colegas logran detener a quien creen responsable del asesinato. Deliberadamente dilatan el papelerío de modo de lograr que el sospechoso quede encarcelado todo el fin de semana, hasta que se reanude la actidvidad judicial el lunes. Mientras lo hacen, Bosch recibe alguna amenaza telefónica a la que no le da mayor importancia. En realidad, no sabe que lo peor está por venir: esa misma tarde recibe un vídeo desde Hong Kong, en el que se ve a su hija, secuestrada.
Da comienzo allí uno de los más largos y violentos fines de semana de la novela negra reciente. Bosch decide viajar a Hong Kong para liberar a su hija, y volver el lunes para seguir con el caso. ¡Un fin de semana al otro lado del mundo! Necesita para eso la ayuda de la madre de Maddie, Eleanor Wish, jugadora de póker profesional y exagente del FBI. Prácticamente sin dormir —la diferencia horaria y el extenso vuelo exigen al máximo la resistencia del detective— Bosch cuenta con poco tiempo para encontrar a su hija con vida. Se siente responsable de lo que ha pasado, y sufre la extrema presión que eso significa, así como sufre los reproches de Eleanor. Encima, debe moverse por primera vez en una ciudad que desconoce por completo. Son horas deseperadas. Bosch está dispuesto a todo —todo—, y no vacilará en pasar por alto las reglas que normalmente se esfuerza en respetar.
9 dragones es una muy buena novela, de las mejores de las protagonizadas por Harry Bosch. Recupera el ritmo tan característico de la narrativa de Connelly, y que se había extrañado en algunas de las últimas historias de la serie. A su vez, logra mostrar más facetas de Harry Bosch, al situarlo en un nuevo escenario, con un conflicto de lo más terrible y para cuya resolución deberá pasar por situaciones muy dolorosas, algunas de las cuales tienen que ver con errores propios.
Absolutamente recomendable para los seguidores de Bosch- O simplente para cualquiera que esté dispuesto a dejarse llevar al otro lado del mundo. A un fin de semana salvaje.
Para más sobre Harry Bosch, recomiendo el excelente blog Woodrow Wilson Drive
6/11
viernes, 24 de junio de 2011
Sangre
Antes de cerrar la puerta Bosch supo que encontraría muerte en el departamento. No había un olor insoportable, no había sangre en las paredes, no había una sola evidencia física en la primera habitación. Pero después de asistir a más de quinientas escenas del crimen a lo largo de sus años de policía, había desarrollado lo que él consideraba un sentido para la sangre. No podía afirmarlo científicamente, pero Bosch creía que la sangre derramada en un ambiente cerrado cambiaba la composición del aire. Y él sentía ese cambio ahora. Le resultaba espantoso reconocer que podría tratarse de la sangre de su propia hija.
(Michael Connelly, 9 dragons, Nueva York, Hachette Book Group, 2010, pág 298, trad. propia)domingo, 31 de octubre de 2010
Thriller “hi-tech” de personaje menor

Otra de Connelly. Esta no es de Harry Bosch, pero sirve para ir matando el tiempo mientras llega la próxima (Nueve dragones, que ya está en España). Esta es del periodista Jack McEvoy, aquel que interpretara El Poeta. No es lo mismo que un Bosch, claro, pero vale.
En una era de conectividad sin límites, de menos diarios de papel y más diarios digitales, de tensión entre el "nuevo" periodismo y el de "vieja escuela", el reportero McEvoy está a punto de ser despedido del LA Times. Mientras entrena a quien lo sucederá en el puesto, trabaja en su última nota, relacionada con un adolescente que fue forzado por la policía a confesar un crimen que Jack piensa que no cometió.
Cuando McEvoy comienza a investigar ese crimen, encuentra conexiones con otros crímenes irresueltos, y ahí se dispara una trama en la que la muerte le pasa demasiado cerca, llevándose a la joven periodista que iba a reemplazarlo en su puesto. Para atrapar al asesino, Jack unirá sus esfuerzos con Rachel Walling, la agente del FBI que también aparece en otras novelas de Connelly, especialista en asesinos en serie.
Como todas las historias de Connelly, The Scarecrow también resulta una historia de ritmo cinematográfico, que se lee muy rápido y ágilmente: un page-turner. En ella el autor incorpora elementos que le dan un verosímil de actualidad: investigadores y asesino se valen de Internet, hay empresas de hosting involucradas… en fin, la tecnología tiene un protagonismo bastante central.
No es ni por lejos la mejor de las novelas de Connelly. McEvoy es un buen personaje, pero al lado de Bosch parece apenas un borrador. En cuanto a la estructura de la novela, los capítulos cortos son un buen recurso para la agilidad de la historia. Para mi gusto, se revela muy rápidamente la identidad del asesino, identidad que queda evidenciada por la decisión del autor de ir intercalando tramos relatados en primera persona por Jack, con otros relatados en tercera, por un narrador omnisciente, que justamente “se ocupa” de seguir los movimientos del asesino… Da la sensación de que Connelly podría “sacar” tres o cuatro novelas como esta al año, y uno no sabe si esto es muestra de su “oficio” innegable, o evidencia de que ya escribe en “piloto automático”.
Igual, hay que seguir leyéndolo, como el gran escritor de policiales que es. Esperamos por esos Nueve dragones entonces.
(The scarecrow no llegó a la Argentina editada en español)
5/2010