The black box, Michael Connelly
Novela ganadora del premio RBA
de Novela Negra 2012, traducida con rigor como La caja negra (esta vez sí que era fácil, muchachos), The black box es la última novela de la
serie de Harry Bosch. Es uno de los títulos de RBA que no ha llegado a nuestras
costas (al menos en papel, pues por fin van saliendo en versión Kindle algunos
de la Serie Negra) así que hubo que recurrir al inglés, de bolsillo.
Como sabemos luego de leer The drop, Bosch continúa trabajando en
la unidad de casos abiertos no resueltos. En esta oportunidad lo que hace que
se reabra una investigación no es un análisis de ADN sino una pericia
balística. En la escena de un crimen de 2003 aparece una vaina que resulta ser
de la misma Beretta que se usó para un asesinato de 1992. El arma no está, sólo
las vainas y las pericias. Y los veinte años que han pasado desde entonces. Pero
para Bosch no importa: él estuvo en aquella escena del crimen, y quedó en deuda.
Y ya sabemos que nada detiene a Harry cuando hay de por medio una víctima
esperando justicia. En este caso se trata de una joven danesa. En los
convulsionados días de los disturbios de 1992, la chica aparece baleada en un
callejón. Se llama Anneke Jespersen y es reportera freelance. Pero no aparece su cámara: ¿robada? Aparentemente, un
viaje turístico la encontró en Estados Unidos cuando se inician los disturbios.
¿Estaba ahí trabajando, haciendo una nota para un medio alemán? Bosch irá
desenredando la maraña, una historia lejana, partiendo desde el arma, para
descubrir el verdadero motivo de la presencia de Anneke en la ciudad. Que tiene
relación con un episodio que ella vivió, cubriendo la Primera Guerra del Golfo,
la de 1991. Y que, desde luego, tiene relación con su propio asesinato.
Bosch comenzará a reconstruir la
historia. No olvidemos que estamos en el vigésimo aniversario de los
disturbios, y la corrección política imperante vería con muy malos ojos que
justo se resuelva un caso de una víctima… blanca.
De modo que, una vez más, Harry tendrá que lidiar contra los burócratas del
LAPD, llegando incluso a tomarse vacaciones para poder seguir investigando por
su cuenta, de manera semi clandestina. Al final, resuelve el caso, que pega
unos giros sorprendentes, manteniendo alta la tensión: lo habitual en las
historias de Bosch, lo habitual con el oficio de Connelly. Harry continúa su
“día a día” en esta novela: avanza su relación con Hannah Stone, crece como
padre junto a su hija Maddie, escucha mucho jazz. Pero lo que recordaré en
particular de esta novela será el desenlace, en el que Bosch muestra, no por
primera vez, su lado más oscuro, y se toma su pequeña revancha personal.
Los “disturbios raciales” de
1992, aquel caos generado cuando la justicia absolvió a los policías que
apalearon a Rodney King, dejaron una marca en el autor Michael Connelly, que
por entonces trabajaba como periodista. Tan importante fue la marca que no sólo
lo ha mencionado en varias entrevistas, sino que le dio peso a aquellos días en
la carrera del detective Harry Bosch. Harry, que como Connelly también ama LA,
ha recordado con amargura en varias de sus historias aquellos sucesos.
Para sus seguidores, nunca
defrauda Bosch. Para los que aún no lo han leído, The black box/La caja negra puede ser una puerta de entrada tan
buena como cualquier otra novela de la serie. Porque, como se ha dicho, con la
serie de Bosch no es necesario seguir un orden, se puede entrar por cualquier
novela. Lo que también debe ser dicho es que, una vez adentro, ya no vas a
queres salir…
12/13
Pensaba que sería menos entusiasta al ver tu 7 en la valoración, pero veo que no la dejas tan mal.
ResponderEliminarHe leído varias y la verdad es que engancha el personaje.
Saludos
Hola, David.
ResponderEliminarEs una decisión que he tomado para mi blog: si creo que no puedo transmitir entusiasmo por un libro, ni lo comento.
De ahí que no vas a encontrar reseñas negativas por aquí.
Las valoraciones que pide el Reto terminan siendo relativas, y las tomo en comparación de un libro con otro. Pero todas serán siempre positivas.
Encima, con Harry Bosch ya somos como viejos amigos... ;)
Un abrazo,
A