La lluvia de neón, James Lee
Burke
El
día en que se va a sentar en la silla eléctrica, un tipo quiere pagarle un
favor al policía Dave Robicheaux. Lo llama para contarle que hay gente
interesada en liquidarlo. Unos narcos colombianos. Robicheaux y su compañero
Clete Purcel no tardan en entender que el asunto tiene relación con un caso que
estuvieron investigando, el de una prostituta negra que apareció flotando en el
río. La policía del condado quiere cerrar el asunto diciendo que se ahogó por
accidente. Pero Dave no está convencido: los pinchazos en el brazo de la chica le
hablan más bien de una sobredosis homicida.
Robicheaux
insiste en meter la nariz, y empieza a ponerse en contra a la policía local, a
cargo del caso. También a aquel jefe narco, el que se la tiene jurada, que
resulta no ser colombiano, sino nicaragüense. Encima, la aparición de un agente
federal le revela que, detrás de ese narco, criado en la dictadura de Somoza,
hay mucho más. Y muy turbio: mafiosos locales, agentes de inteligencia —de esos
que pisan con un pie de cada lado de la línea de la ley—, tráfico de armas,
apoyo a la contrainsurgencia en Centroamérica. ¿Les suena el tema Contras, allá
en los 80?
En
su investigación el terco de Robicheaux se va a meter en problemas con medio
mundo. Lo echarán de la policía, recibirá golpes por todos lados, pero el que
más duro le pega es su viejo demonio interno: el alcoholismo que arrastra desde
que volvió de Vietnam.
Primera
entrega de la serie de Robicheaux, que al día de hoy lleva veinte libros, La lluvia de neón es una novela muy entretenida.
En ella ya se percibe el gran potencial y la calidad poco frecuente de la prosa
de Burke, aunque la noté algo más floja estructuralmente que las novelas
posteriores que leí del autor, en especial la extraordinaria El huracán. A
juzgar por estas dos “puntas” —La lluvia
de neón, de 1987, y El huracán,
de 2007—, se nota que Burke no ha hecho otra cosa que capitalizar en oficio
todos los años transcurridos. Desde luego, aún con las debilidades propias del
episodio piloto de cualquier serie, esta es una novela que merece ser leída.
Por la prosa y los diálogos de Burke, por la descripción de los escenarios de
una Lousiana natural, violenta, blusera. Pero interesa aún más por ser una
eficaz presentación del personaje de Dave Robicheaux. Acá hay mucha información
de su pasado: su experiencia en Vietnam, su madre que lo abandonó, su padre y
su hermano, el alcoholismo. Y de su presente: sus relaciones en la policía, su
encuentro con Annie, con quien inicia relación, y en especial su vínculo con
Clete Purcel. Purcel es un violento y borracho policía con el que trabaja Dave.
Inician la novela con algo parecido a la amistad, y terminan de la peor forma.
No obstante, sabemos por historias futuras, que volverán a formar un buen
equipo.
Un
interesante comienzo de serie para el gran personaje que es Robicheaux. Y un
interesante ejercicio para apreciar la evolución de un autor de una elegancia
inusual en el género.
Traducción: Claudia
Martínez
12/13
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