lunes, 28 de marzo de 2011

Una verdadera máquina

El invierno de Frankie Machine, Don Winslow
Conocí a Don Winslow cuando se publicó su primera novela en castellano, El poder del perro. Venía precedida del siempre vendedor prólogo de Fresán, pero lo que me animó a leerla fue un elogioso –y breve y certero– comentario de James Ellroy. Ellroy es muchas cosas, pero no es un habitante frecuente de las solapas y contratapas a la manera en que sí es, por ejemplo, Stephen King. Dada mi devoción por el gran James, decidí darle una oportunidad a Don, y se la di. Fue una buena decisión. Me encontré con lo mejor que he leído en mucho tiempo en este género: me explotó la cabeza.
Para la segunda novela suya que llega a mis manos, El invierno de Frankie Machine, ya no hizo falta el comentario de Ellroy (aunque también viene en la solapa). Esta vez yo me parecía bastante a esos fans de Star Wars que hacen cola para la entrada el día del estreno, esperando que El invierno de Frankie Machine llegara a Buenos Aires.
Y no me defraudó: en un registro bien diferente al de su predecesora, esta segunda novela responde a las expectativas –enormes– creadas por la anterior obra de Winslow. Esta es una novela de mafiosos, de un mundo de negocios turbios, prostitución, juego, corrupción. El ambiente y el lenguaje recuerdan a Buenos muchachos o a Los Soprano, esos mafiosos tradicionales y crueles pero que muestran un costado humano.
El invierno está contada a través de su personaje, el querible Frankie Macchiano. Frankie es un hombre mayor que vive una vida normal. Es cierto que trabaja mucho con sus varios negocios, absolutamente legales, pero aún así es una vida que merece ser vivida. Vean si no. Frankie vive solo. Se levanta muy temprano, se prepara el desayuno mientras escucha óperas y se va a abrir su puesto de venta de carnadas en el muelle de San Diego, California. Allí todos lo quieren y lo respetan como a un patriarca. Al mediodía suele almorzar con su novia Donna. Tiene una hija, Jill, que está por entrar en la universidad. Y hasta se lleva bien con su ex mujer, Patty. Encima de todo, por las mañanas nunca se pierde “la hora de los caballeros”, como llaman él y su amigo, el agente del FBI Dave Hansen, al rato que comparten montando las olas en sus tablas de surf. ¿Qué más puede pedir un hombre? Realmente, la maestría con las que Winslow nos muestra en los primeros capítulos la vida que lleva Frankie hace que instantáneamente este entre en nuestros corazones.
Desde luego, en un momento la cosa se tuerce. Alguien tiende una trampa a Frankie, y le vuelve a salir de adentro todo aquello que él sabía hacer. Aquello por lo que le decían Frankie Machine, la máquina.
A partir de entonces, la historia se desarrolla intercalando flashbacks de la vida mafiosa del joven Frankie. Allí van apareciendo nuevos personajes, para que tanto los lectores como el mismo Frankie vayamos entendiendo qué es lo que pasa, quién y por qué está queriendo desahacerse de él.
La prosa es bien ágil. El dibujo del personaje de Frankie es magnífico, tanto que De Niro planea protagonizarlo en el cine. Los diálogos van en línea con lo mejor de la escuela norteamericana. En resumen, sin ser la tremenda,violentísima y excepcional El poder del perro –lo que, dada la estatura de esa primera novela, no significa mucho– esta es una muy buena novela, con un personaje de esos que quedarán en la memoria.
Párrafo aparte para la traducción demasiado “española” de Alejandra Devoto, que nos dificulta la lectura con una gran profusión de gilipollas, tías y chavales a los lectores “no españoles”. Algo más de neutralidad hubiera sido bienvenida.
2/11

viernes, 18 de marzo de 2011

Debut literario "quemando gomas"

Esta noche digo adiós, Michael Koryta

Si nos referimos a la carrera literaria de Michael Koryta, su novela Esta noche digo adiós es lo que uno llamaría un arranque “quemando gomas”. ¿Por qué? Es su primera novela, publicada cuando el autor tenía… ¡21 años! Y es un comienzo de carrera muy prometedor. Esperemos que no “demasiado” prometedor.

Esta noche digo adiós es publicada en la muy interesante Colección Roja y Negra, de Mondadori, dirigida por Rodrigo Fresán. El prólogo, del mismo Fresán, gira alrededor de la idea del lugar común, ese “cuco” del que se supone que hay que huir, y de cómo en realidad suele estar en los cimientos de toda la literatura de género. El lugar común como “papa caliente y peligrosa” a la que se le animan todos, pero de la que sólo salen bien parados los escritores con mucho oficio. Como el que derrocha Michael Koryta de manera sorprendente para una primera novela.

Lincoln Perry y Joe Pritchard son los socios en esta historia. Par de detectives que trabajan en la fría ciudad de Cleveland, Perry es el más joven (¿alter ego del propio MK, que hacía trabajos como investigador privado?), jovial, aventurero, algo enamoradizo y Pritchard es el ex policía veterano, experimentado y recio. Buena pareja de buddies, a la que se suma la periodista amiga Amy Ambrose.

Los “lugares comunes” –por seguir la idea de Fresán– están todos acá: hay búsqueda de personas, hay suicidio que parece pero no es, hay viejo millonario, hay cadáveres, mafiosos, mujeres peligrosas y golpes y tiros por doquier. Y está bien que así sea, porque la novela agarra al lector del cogote y no lo suelta fácilmente.

La contratapa menciona el vínculo de Koryta con los grandes maestros del género como Chandler o Hammet (¿qué editor de novela negra no lo hace con casi cualquier autor?), pero es el propio Koryta quien además menciona a Dennis Lehane como una importante influencia (en particular Desapareció una noche, una de las mejores historias de Patrick Kenzie y Angie Gennaro). Y es una influencia que se nota y que suma a Michael Koryta a esa troupe de autores actuales que incluye, entre otros, a George Pelecanos y a Robert Crais –creador de otra interesante pareja protagónica, Cole y Pike.

La colección Roja & Negra anuncia que va a publicar las cuatro novelas de la serie de Lincoln Perry. Se supone que el detective y su socio van ganando en dureza y experiencia, y se van consolidando como personajes. No esperaría otra cosa, con un autor tan prolífico (MK tiene menos de 30 años y al menos seis libros publicados, traducidos a quince idiomas…) y que debe estar madurando también como autor.

Por lo pronto, yo me anoto para la segunda del dúo Perry & Pritchard, sin dudarlo.

Traducción: Sergio Lledó

1/11

jueves, 10 de marzo de 2011

El Perro Demoníaco ha vuelto

Sangre vagabunda, James Ellroy

Para que todos estén advertidos, y sepan de qué estoy hablando, voy a comenzar por admitir mi admiración, mi absoluta devoción hacia quien considero el mejor autor vivo de novela negra: James Ellroy. Y lo digo aún consciente del escaso sentido que tienen estos “ránkings” que, no obstante, todos tenemos en la cabeza. Incluso hay quienes dicen que es el mejor novelista norteamericano de la actualidad. No me animo a tanto debido a mi ignorancia en semejante área, pero no me extrañaría que fuera una afirmación acertada. Ellroy ha hecho y sigue haciendo mérito suficiente.

A la vez escritor excéntrico y personaje construido minuciosamente, sobre James Ellroy se han escrito miles de cosas. Los invito a que googleen y lean algunas de ellas. Algunos lo llaman ejem "el Perro diabólico de la literatura americana". Por cierto, la historia de su vida de joven está signada por la marginalidad, el abandono, la tragedia. Pero ¿cuánto hay de realidad y cuánto de fachada en sus actuales poses machistas, xenófobas, ultraderechistas? Y la verdad, ¿a quién le importa, si escribe como escribe?

Se dice que, entre otras cosas, la novela negra que inauguró Hammett allá por los 30 se propuso radiografiar los huesos corruptos que sostienen a la sociedad occidental: dejando de lado los clásicos enigmas victorianos, la novela negra bajó a la calle ensuciarse con la realidad violenta, con la corrupción y la doble moral de los norteamericanos.

Si todo eso es cierto, hay que pensar entonces que Ellroy viene a ampliar, de una manera crudísima, esos horizontes de la novela negra. Sus personajes suelen ser de muy oscura moral, ultra violentos, con obsesiones sexuales de todo tipo. Sus tramas incorporan a la política y a la corrupción suprema que se enquista en los poderes del Estado y en los medios de comunicación. Desmesurado, brutal, ambicioso son adjetivos que le van tan bien al autor como a su obra.

Entonces, si hacemos un cóctel con: a) un escritor de otro planeta, en su madurez creativa, rabioso como nadie; b) una prosa filosa, un estilo obsesivo hasta la exasperación; y c) un período histórico muy rico en los EEUU –por otra parte, verdadero paraíso de la Teoría Conspirativa–, ¿qué tenemos? Respuesta: la Trilogía Americana. A mi entender, la obra más ambiciosa de James Ellroy.

Sangre vagabunda es la monumental novela que cierra dicha trilogía (las anteriores fueron América y Seis de los grandes (*)). Relata el período que va desde junio de 1968 a mayo de 1972. Lo hace a través de la visión de tres personajes principales, algunos de ellos ya presentes en las partes anteriores de la Trilogía. Tres grandes hijos de puta, si se me permite la expresión: Dwight Holly –agente especial del FBI, predilecto del nefasto J. Edgar Hoover–, Wayne Tedrow Jr. –ex policía, químico, metido en el tráfico de heroína, proveedor exclusivo de Howard “Drácula” Hughes, asesino de negros, parricida–, y Don Crutchfield –detective privado, voyeur, activista de ultraderecha–. Los tres son desgarrados por profundos conflictos morales y también lo tres, por distintos caminos, convergen en una única obsesión por la misma mujer, la activista subversiva Joan Klein.

En una trama de una complejidad abrumadora pero que funciona como un mecanismo de relojería, se mezclan sucesos y personajes ficticios con otros reales dando forma a esta especie de negrísima novela histórica. Los Ángeles, Las Vegas, Cuba, República Dominicana y Haití son los escenarios en los que presenciamos conspiraciones de todo tipo, racismo, persecuciones políticas, escuchas ilegales, expedientes secretos, chantajes, drogas, esmeraldas robadas, matanzas, actividades anticomunistas en el Caribe, atentados, inteligencia y contrainteligencia, torturas, vudú, la paranoia ante la Gran Amenaza Roja, movimientos por los derechos de los negros, hippies, pacifistas, activistas rojos, compañías de taxis que son lavadoras de dinero de la mafia, persecusiones sexuales…

Además de los cuatro mencionados protagonistas, hay otros personajes, imaginarios y reales, igual de interesantes y desquiciados. Los enumero simplemente para que queden en mi memoria sus nombres (sería muy largo describirlos a todos, aunque varios están en los libros de historia): Karen Sifakis, J. Edgar Hoover, Richard Nixon, Reginald Hazzard, Mary Beth Hazzard, Papa Doc Duvalier, Joaquín Balaguer, Scotty Bennet, Marshall Bowen, Dr. Fred Hiltz, Jack Lehany, Phil Irwin, Chick Weiss, Santo Trafficante y “los Chicos”, Howard Hughes, Sonny Liston, el Ku Klux Klan, Martin Luther King, Bobby Kennedy.

Sangre vagabunda es una historia magnífica, estructurada de una forma inteligente y narrada con un estilo soberbio. Es una verdadera locura político-histórico-literaria que deja al lector sin aliento durante casi 800 páginas. Y que brillará en mi biblioteca y en mi memoria. ¡Gracias, Mr. Ellroy!

Traducción: Monserrat Gurguí y Hernán Sabaté.

1/11

(*) Lamentablemente, ninguna de las partes de la Trilogía Americana ha sido vista jamás en las librerías porteñas. ¡Vaya uno a entender las políticas editoriales! Mientras tanto, habrá que seguir saciando la sed de Ellroy hurgando en anaqueles olvidados o en mesas de saldos y usados.

¡ATENCIÓN! ¡Último momento! El viernes 1/4 fueron vistos varios ejemplares de Sangre vagabunda en céntrica librería porteña. El precio de $119 parece mucho, pero si querés más argumentos para decidirte, acá tenés otro: ¡menos de $0,15 por página! Realmente, una verdadera ganga...

sábado, 5 de marzo de 2011

¿Teléfono después de medianoche? ¡Jamás!

Nadie ama a un policía, Guillermo Orsi

Nunca atender el teléfono después de medianoche: esta es la premisa fundamental del solitario ex policía y actual vendedor de sanitarios Pablo Martelli, alias Gotán. Claro que, como nos suele pasar, Martelli también traiciona su propia promesa. Y empiezan los problemas.

El que llama es su amigo Edmundo Cárcano. Está en la costa bonaerense y necesita ayuda. Martelli hace entonces lo necesario para esta historia arranque con todo: se sube al auto y se lanza a la ruta. Pero llega tarde: Cárcano está muerto. Asesinado. En cambio, la que está viva es su joven amante. Ella se va con Gotán, al rato desaparece, y más tarde vuelve a aparecer. Esta vez, yace en la cama de hotel del propio Martelli, con un estilete atravesado en el corazón.

En el marco de los convulsionados días de diciembre de 2001, cuando todo en Argentina se venía abajo menos el helicóptero presidencial, la vida de Gotán se vuelve bastante agitada. Policía al fin, en deuda con su amigo, decide ir a fondo para encontrar la verdad de lo que está pasando. Encima, tiene que encontrar a Isabel, la hija de Cárcano, que ha desaparecido.

Rodeado de una galería de personajes atractivos, como el “trío cervantino” que componen el forense Burgos -adicto a la carne de dudosa procedencia- y los policías de provincia Ayala y Rodríguez, Martelli va y viene con sus propios fantasmas a cuestas, intentando resolver el enigma. Pero la trama se complica vertiginosamente: lo que aparentaba ser la búsqueda de un asesino serial se completa con la aparición de un grupo de ex revolucionarios de los 70 que, financiados con “desvíos” de una gran empresa, pretenden aprovechar el maremágnum institucional para hacerse con el poder.

Mientras tanto, Gotán sufre la ausencia de Mireya, la mujer que lo abandonó y lo despreció por su historia de “asesino de uniforme” como policía de la dictadura, a pesar de que esa misma dictadura fue la que lo exoneró de la Federal. Este pasado oscuro y el amor de esta mujer son el núcleo del conflicto interno de este contradictorio personaje: la filosofía “facha” del gatillo fácil que lo tienta como modo de justicia, versus la simpatía ideológica que le despiertan —tal vez por aquello de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”— todos aquellos que fueron perseguidos por la dictadura.

La prosa de Orsi, que en ciertos pasajes desprende aires cortazarianos, es brillante. Sin abusar del lunfardo, logra un tono propio, bien argentino, que se agradece y celebra. Hay que leerlo si uno ha nacido en estos pagos y es un amante del género negro.

Sin embargo, humildemente le hago dos “críticas” a esta buena novela. Por un lado, me parece que la trama se enrarece excesivamente. Uno diría que le sobran un par de “vueltas de tuerca”. Y por otro lado, Orsi cae demasiado a menudo en sesudas reflexiones acerca de la historia reciente de la Argentina, a través de la mirada ideologizada de Martelli y sus amigos, lo que en muchas ocasiones entorpece la narración, le quita fluidez.

12/10