Mostrando entradas con la etiqueta Mercedes Rosende. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mercedes Rosende. Mostrar todas las entradas

sábado, 4 de abril de 2015

A la hora del vampiro

Suena el teléfono. ¿Suena el teléfono casi a medianoche? En esta casa nunca suena el teléfono. Mucho menos a la hora del vampiro. Lo miro sonar, lo miro como se mira un bicho, a una cucaracha, a una araña que bajó del techo y se posó en la cama, justo sobre la almohada.
—Hola.
—¿Úrsula López?
La voz suena rara, metálica, distorsionada. Me recorre un escalofrío que se entrevera con olor a sopa de verduras.
—Sí.
—Tenemos a su marido.
No me sale nada de la garganta, ni un sonido. ¿A mi marido?
Qué voz rara.
—Tenemos a Santiago.
—¿A Santiago?
—Sí, a su marido. La espero en media hora, bar Los Tejos, Dieciocho y Ejido.
Silencio del otro lado.
—¿Hola? Espere…
Clic.
Silencio.
¿Qué marido?

(Mercedes Rosende, Mujer equivocada, Buenos Aires, Punto de Encuentro, 2014, pág 90)


viernes, 3 de abril de 2015

Gordos Anónimos

En las reuniones de Gordos Anónimos no hay silencios; cuando alguien termina de contar algo, el grupo responde a coro como en una tragedia griega, como en una secta satánica, y a veces hasta pienso que aparecerá Bette Davis, y querrá convertirme, como a todos los habitantes del pueblo, y yo trataré de escapar, correré entre las plantaciones de maíz, inútilmente, porque susojos me estarán esperando por donde sea que salga.
Son patéticos, los odio, a veces les tengo miedo.
Otro toma la palabra, sin intervalos. Si llora, lo consuela. Si no llora, le preguntan.
Nunca se produce un vacío.
Todos consolamos a Ada, pobre Ada, seis meses haciendo dieta para ir a esa fiesta, seis meses de arduo camino para llegar a esa silla y derrumbarse ante la risa de la gente.
—¿Alguien quiere sugerirle a Ada una estrategia para esta próxima semana? —pregunta Susana.
Bien, Susana, esta chica ha hecho los deberes, ha leído el capítulo exacto del manual.
Todos apoyamos, todos sugerimos como una gran voz.
Exigido a fondo el mecanismo funciona, el manual rinde lo suyo, y por eso estamos acá. A medida que pasa el rato yo también sugiero, consuelo, pregunto y aconsejo. Un hombre con cintura desbordante dice haber bajado dos kilos, lo felicitamos, lo aplaudimos; Adriana cuenta que no pudo resistirse a una mousse de chocolate con nueces, la entendemos, la confortamos, la animamos hacer más fuerte. En algún momento dejo de ser yo y empiezo a ser ellos; me sorprende, cada vez me sorprende escuchar mi voz en el coro, sentir mis palmas cumpliendo su rol en los aplausos, intervenir en el ritual que antes y después critico. ¿Cómo lo logran, cuándo y por qué abandonó la reticencias, qué hacen para reclutarme? Soy una mujer manipulable, pienso, un día vendrá ese personaje de Bette Davis y yo seré de los suyos sin oponer resistencia, me uniré a la cofradía del pueblo que rinde culto al dios de las cosechas y sacrifica forasteros, integraré el aquelarre sin dudas ni cuestionamientos, sólo para sentirme cobijada por algo que me proteja.

(Mercedes Rosende, Mujer equivocada, Buenos Aires, Punto de Encuentro, 2014, pág 20)


lunes, 30 de marzo de 2015

De mala entraña

Mujer equivocada, Mercedes Rosende

En Montevideo vive una mujer solitaria, de olfato finísimo y obsesivo para los perfumes. Atesora una vieja colección de estatuillas japonesas, a las que cada tanto quita el polvo. Vive pendiente de los ruidos de sus vecinos, a quienes escribe cartas con sugerencias de pantuflas y alfombras. Hace listas, toma somníferos. Trabaja de traductora literaria, y en un programa de TV en el que opina desde la tribuna. Pero antes que todo eso, esta mujer es gorda. Muy gorda. Sufre por su gordura. Asiste a grupos y reuniones, pero no es una Gorda Anónima: se llama Úrsula López. Un nombre con el que no sólo elude el anonimato propiciado por esas reuniones de ayuda, sino que será crucial para protagonizar esta aventura negrísima. Úrsula López es la mujer equivocada.

Úrsula no es la mujer más feliz del mundo ni por asomo. Los de la panza, brazos y piernas no son sus únicos rollos: tiene unos cuantos por resolver con su padre, que la despreciaba al compararla con Luz, su hermana bella, flaca, deportista. Padre que además tuvo un romance con su cuñada, la tía Irene, que murió asesinada en un episodio que ni Luz ni Úrsula consideran completamente resuelto. Papá, mamá, la tía Irene: demasiados muertos dando vueltas en las sesiones de terapia de la gorda Úrsula.

La trama negra de Mujer equivocada se dispara cuando una noche Úrsula recibe un llamado en el que se le informa que su marido está secuestrado. ¿Qué marido?, se pregunta ella cuando corta. Decide ir al encuentro del secuestrador, un negociador pusilánime, suerte de Steve Buscemi tembloroso y mal aseado. Su vínculo con el sujeto irá de la empatía a un velado intento de seducción. Por supuesto, nuestra Úrsula López, pieza ignorada por el resto de los involucrados, conectará con la verdadera Úrsula López —conexión esencialmente femenina, de competencia y camaradería, en la que ambas califican de “canalla” al secuestrado Santiago—, y la involucrará en los sucesos que llevarán al final redondo de la novela.

La voz de Úrsula lleva la narración en primera persona desde el comienzo. Por razones de la trama, la autora necesita abrevar en otras formas: recurre a despojados (y por momentos, cómicos) diálogos entre víctima y secuestrador, a la prosa periodística y policial que da cuenta del secuestro, a las cartas de Úrsula a sus vecinos. En todos esos registros Rosende se maneja con soltura. Mueve la trama, avanza siempre, con su prosa tan cuidada como efectiva. Todo esto hay que decirlo, pero sin lugar a dudas el logro más importante de esta novela es la construcción de Úrsula López. De todos los adjetivos que podrían irle a este personaje difícil de olvidar me quedo con este: es siniestra. Conocemos de ella casi todo de su vida diaria y de su pasado: el origen de sus comportamientos, las explicaciones de sus actos. Sin embargo, es tan mala que ni por un momento permite la empatía del lector. Gran virtud de la autora, que resiste la tentación fácil de hacer una gordita simpática, más “chica problemática pero querible”, justificando sus decisiones en su soledad y sus desgracias. En vez de esa Úrsula descolorida y aguachenta, Rosende crea este potente personaje capaz de las mentiras más bajas y con la sangre fría suficiente para no temblar ante la idea de asesinato. Que, más allá del azar en el llamado disparador de la trama, elige ponerse en el lugar de otra, vivir por un rato otra vida: elige ser la mujer equivocada.

La uruguaya Mercedes Rosende era conocida en nuestro ámbito por su participación en las primeras ediciones del BAN! (en una de ellas ganó un premio que la llevó a la meca de la Semana Negra de Gijón). Sin embargo, era prácticamente imposible conseguir una novela suya hasta esta edición Código Negro. Ahora, ya la tenemos, felizmente, de este lado del charco.

12/14


Seguí pinchando: no encuentro nada parecido a la gorda Úrsula en los comentarios del blog. Pero si hay un par de otros autores uruguayos, como para seguir conociendo rincones oscuros de Montevideo. Los encontrás acá y acá. También hay otras novela con cruciales llamados telefónicos acá y acá.