Suena el teléfono. ¿Suena el teléfono casi a medianoche?
En esta casa nunca suena el teléfono. Mucho menos a la hora del vampiro. Lo
miro sonar, lo miro como se mira un bicho, a una cucaracha, a una araña que
bajó del techo y se posó en la cama, justo sobre la almohada.
—Hola.
—¿Úrsula López?
La voz suena rara, metálica, distorsionada. Me recorre un
escalofrío que se entrevera con olor a sopa de verduras.
—Sí.
—Tenemos a su marido.
No me sale nada de la garganta, ni un sonido. ¿A mi
marido?
Qué voz rara.
—Tenemos a Santiago.
—¿A Santiago?
—Sí, a su marido. La espero en media hora, bar Los Tejos, Dieciocho
y Ejido.
Silencio del otro lado.
—¿Hola? Espere…
Clic.
Silencio.
¿Qué marido?
(Mercedes
Rosende, Mujer equivocada, Buenos
Aires, Punto de Encuentro, 2014, pág 90)
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