Perdida, Gillian Flynn
Love's not so bad they say
But you never know where love is gonna go
But you never know where love is gonna go
(“Love rears its ugly head”, Vernon Reid)
Perdida es, antes que un meritorio best seller —que lo es—, antes que un thriller muy bien escrito —que lo es—,
antes que una novela de costumbres con pasajes en plan sitcom —que lo es—, antes que una historia de terror psicológico
—sí, también lo es—, es, antes, mucho
antes que todo eso, un tratado sobre el matrimonio. Un manual de
instrucciones de esa máquina potencialmente peligrosa, minado de simbolitos extraños,
tipo x o i, que tratan de decirnos “no intenten esto en
sus casas”. O “todo lo que puede salir mal, va a salir mal”. Simbolitos que,
claro, cautivos del entusiasmo por poner a funcionar el nuevo artefacto
—cautivos del enamoramiento—, siempre,
siempre, nos empecinamos en ignorar.
Y así nos va.
Porque, como sabemos desde hace rato, desde
antes de Living colour, el amor tiene
una fea cabeza. Que de vez en cuando asoma. Y cuando lo hace, agarrate, porque
te vas a hamacar…
Como se hamaca Nick, la mitad masculina del
matrimonio “caso de estudio” que protagoniza Perdida. La otra mitad es Amy, la Asombrosa Amy. Y entre los dos, marionetas extremadamente humanas cuyos hilos invisibles maneja Gillian
Flynn con maestría, te harán hamacar a vos, estimado lector. Ya vas a ver. Estirando
al máximo la cuerda de tus nervios. Metiéndote a la fuerza en la piel de esos
personajes perversos. Haciendo que intentes imaginarte en ese lugar —esa piel, ese
matrimonio, ese pueblo, esa sociedad, esos programas de TV, esos policías, esos
abogados— para que enseguida te inunde una desesperación fría, y te lleve a
respirar hondo y a recordarte que sí, tranquilo, que es sólo un libro,
tranquilo…
Querrás saber si vale la pena leerlo o no. Sí
que vale, por supuesto. De lo contrario, no estaría comentado acá. Es
entretenídisimo, adictivo, inquietante. No soy el único que piensa así, a la
luz de la cantidad de comentarios que se publicaron en la red y en los medios
(si existiera algo como la “reseñabilidad” de un libro, Perdida tendría un índice muy alto… o tal vez sea simplemente un buen
trabajo de prensa de Mondadori y su Roja&Negra). Por ese motivo, y porque
su esencia de thriller se vendría
abajo con el más mínimo spoiler es
que no diré mucho acerca de la trama. Al que le interese, a su propio riesgo,
adentrarse a leer más, puede ir a Google y va a encontrar un puñado de muy
buenas reseñas que hablan un poco más de la trama.
El estilo es ágil, limpio, rápido. ¿Qué le
sobran algunas páginas? Puede ser. A mí no me molestaron. ¿Que hay que tener
paciencia para pasar la primera parte? De ninguna manera: se lee lo más bien, y
se huele que es preparación para lo negro
que está por venir. ¿Y el truquito del diario íntimo? Excelente y necesario
en esa primera parte. Pero con diario o sin él, Flynn muestra una capacidad pasmosa para meterse en las cabezas de
sus personajes, crear voces perfectas en primera persona, masculina y femenina.
¿Que tiene giros de lo más sorprendentes, aunque algo efectistas? Sí, y son el
combustible perfecto para no largar el libro.
Pero lo mejor de Perdida es que es un cuento de amor, locura y matrimonio. Un paseo
por esa casa soleada y cálida a la que te mudaste, pero en la que —no tardás en
descubrirlo— siempre hay una puerta que
es mejor no abrir, siempre hay una alfombra levantada justo al borde de la
escalera, siempre hay una bolsa llena de cuchillos filosos en la que habrá que
meter la mano…
Casate, sí.
Pero andate con mucho, mucho cuidado.
Traducción: Óscar
Palmer
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