El inductor, Lee Child
Otra aventura de Jack Reacher que
cae en mis manos. ¿Más de lo mismo? Y…, en un punto sí, pero, ¡menos mal que
hay más de lo mismo!
Como en El camino difícil, ahora en El
inductor (inexplicable traducción de Persuader,
séptima novela de la serie) también encontramos a Jack Reacher trabajando
infiltrado en una organización delictiva. Esta es la comandada por Zachary
Beck, un comerciante de alfombras que parece demasiado poderoso y demasiado
rico para ser un simple “comerciante de alfombras”.
Ya conocemos a Reacher. Es una
máquina ultraprofesional. Es tan veloz con las armas como con la cabeza
calculando probabilidades. Es frío y muy peligroso. A pesar de su origen y
formación en el Ejército, pocos como él tan lejanos de cualquier organización
burocrática o gubernamental : siempre anda solo, casi como un vagabundo.
Entonces, ¿cómo y por qué llega a infiltrarse en medio de la gente de Beck? ¿Para
qué, para quién? Sin entrar en detalles acerca del cómo, sí diré que Reacher termina
metido en este brete por dos motivos. El primero es personal: sospecha que el
jefe de Beck es Quinn, un exmilitar con el que tiene pendiente una cuenta muy
pesada. Tan pesada que Reacher creía haberlo matado, en venganza por la muerte
de una joven compañera del ejército. Ahora descubre que Quinn vive. Debe volver
a vengarse, y no fallar esta vez. El segundo motivo le viene de rebote: en una
operación “extraoficial” la DEA infiltró en casa de Beck a la agente Teresa
Daniel, y hace semanas que se ha perdido todo contacto con ella. El pacto es:
la DEA ayuda a Reacher a infiltrarse y él les trae de vuelta a Daniela.
Luego de un primer capítulo de antología,
que quita la respiración y termina de tal forma que es imposible no continuar
la lectura, la historia se desarrolla con agilidad. Como las anteriores que leí
de Child, esta también es una novela adictiva. Un verdadero page turner de suspenso y violencia
extrema.
Cuando se dice “violencia extrema” significa que Jack Reacher, el protagonista y narrador —el “bueno” de la historia— se carga por lo menos a nueve o diez tipos. Profesionalmente, sí, con sangre helada, es cierto. También es cierto que sus adversarios son todos muy malos, pero no por eso Reacher es menos asesino.
Hay varios momentos memorables en
la novela. Rescato dos: uno es la pelea final con el gigante Paulie —el mejor personaje
de la historia—, que no le será nada fácil a Reacher, acostumbrado a pegarle a
quien sea. El otro es la caída al mar que hay sobre el final. Inolvidables, y
lectura obligada para quien quiera aprender cómo se escribe una escena de
acción.
Es en esos trances difíciles en
los que está en juego todo, cuando
Reacher recuerda a Leon Garber, su superior y maestro en el ejército. El viejo
Leon tenía varias frases, pero una de ellas —para esos instantes-James-Bond en los que escapar parece imposible—, es una que
pinta de cuerpo entero a Jack Reacher y su modo de actuar: “conserva la vida, y
a ver qué te depara el próximo minuto”.
Sabio consejo al que Reacher
deberá recurrir unas cuentas veces en esta historia.
Y nosotros con él: conservando la
vida, siempre esperando a ver qué nos depara el siguiente minuto, la siguiente
página.
Traducción: Juan Soler
8/12
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