sábado, 1 de marzo de 2014

Go to the mattresses

De pie en el recibidor de la casa de Dutch Buenadella, mirando bajar lentamente los escalones al doctor Beiny, Calesian sonreía como si contemplase su futuro, súbitamente engrandecido. Dutch estaba en el segundo piso, ayudando a su familia a hacer las maletas con la mayor celeridad posible; en la actitud típica de una vieja asustada, mandaba a todos los suyos fuera de la ciudad ante el temor de algo innombrable que caería sobre todos ellos. «Nos vamos a los colchones», le había dicho poco antes, y le había llevado un minuto a Calesian darse cuenta de lo que quería decir. Hasta que se acordó: era una frase de la película El Padrino, y significaba que iba a haber una guerra de bandas.

(Donald Westlake, La luna de los asesinos, Madrid, Espasa-Calpe, 2003)


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