… ella se levantó de la mesa, fue hasta el equipo de música, se agachó y se
puso a curiosear entre mis escasos cedés. Sigue sin gustarte la música,
Gafitas, dijo entonces. Algo parecido dice mi hija, respondí. Pero no es
verdad. Lo que pasa es que la escucho poco. ¿Y eso?, preguntó Tere. Iba a decir
que no tenía tiempo de escucharla, pero me callé. Mirando las carátulas de los
cedés, Tere añadió, entre divertida y decepcionada: Y encima no conozco a
nadie. Me levanté de la mesa, me agaché junto a Tere, cogí un cedé de Chet
Baker y puse una canción que se titula “I fall in love too easily”. Cuando la
música empezó a sonar, Tere se incorporó y dijo: Suena vieja, pero bonita.
Luego se puso a bailar sola, con la copa de vino en la mano y los ojos
cerrados, como buscando el ritmo oculto de la canción; cuando pareció que lo
encontraba dejó la copa sobre el equipo de música, se acercó a mí, me echó los
brazos al cuello y dijo: No se puede vivir sin música, Gafitas.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar