Las leyes de la
frontera, Javier Cercas
En los primeros años
del postfranquismo, un chico de clase media que vive en la ciudad de Girona, Ignacio
Cañas, no sabe que su vida está por torcer el rumbo para siempre. Él es un charnego,
hijo de inmigrantes españoles llegados a Cataluña, que reparte sus días entre
la escuela y los “recreativos” (como si fueran los fichines nuestros). Un día
conoce a una banda de pibes que vagabundean por la ciudad, fumando porros y
tomado cerveza. La lidera un tal Zarco, y a su lado brilla con luz propia la
que parece su novia, Tere. Son quinquis de las afueras. Ignacio, a quien han
apodado “Gafitas”, casi sin darse cuenta pero atraído por una Tere inalcanzable,
cruza la frontera y empieza a frecuentarlos.
La banda, aburrida de
perder el tiempo entre billares y alcohol, comienza a dar pequeños golpes para
hacerse con algo de plata y seguir de juerga. Luego vienen golpes más grandes,
hasta que un día el asalto a una mansión termina mal. Alguien sopló el dato y
la policía los espera. El Zarco —a esas alturas un mito de la delincuencia
juvenil conocido en toda España— cae preso. Tere y otros también, pero el Gafitas
no. El Gafitas logra escapar.
Treinta años más
tarde, un escritor recibe el encargo de producir un libro acerca del mito del
Zarco. Para eso contacta a Ignacio Cañas, por entonces un prestigioso abogado
de Girona, con su familia bien constituida. También contacta al inspector
Cuenca, un policía que persiguió a la banda por aquellos años, y al director de
la prisión de Girona. Pero es el testimonio de Cañas el que hila toda la trama
de esta muy interesante novela. Porque él es el paralelo de la vida de el
Zarco: su cómplice primero, su abogado después, su competidor siempre.
Estructurada como un
diálogo de largos monólogos, por decirlo de alguna manera, la narración transcribe
las entrevistas entre el escritor y estos tres personajes. El escritor los hace
hablar, preguntándoles lo mínimo indispensable para que ellos mismos muevan la
narración, recordando los hechos de aquellos años. Esta característica de “entrevista”
que evoca sucesos del pasado invita a los entrevistados a la reflexión, a la
introspección. Y uno de los tantos méritos de Cercas es que, a pesar de ese
tono por momentos reflexivo, el ritmo de la historia nunca decae. Mantuvo perfectamente
mi interés. Es una estructura interesante la que elige el autor, pero que exige
al máximo su solvencia técnica para darle fluidez a un relato que cambia todo
el tiempo de discurso directo a indirecto y viceversa. Muy buen ejemplo para
estudiar en este aspecto.
Hay que decir que Las leyes de la frontera no es una
novela negra tradicional. Tiene un costado negro en la historia del mítico delincuente
juvenil, ese a quien el propio sistema gusta de etiquetar como “el rebelde
anti-sistema”, sin molestarse en ir más allá del rédito mediático que pueda
sacarle. Delincuentes que existieron en la España de la transición, y existen hoy
en todas las sociedades. También puede leerse como un relato histórico de
aquellos primeros años de democracia incipiente en España, lo que naturalmente interesará
más a los lectores españoles. Pero este libro es, por sobre todo, una historia
dramática del amor enfermizo — de esos amores que marcan para toda la vida— entre
tres: el Zarco, Tere y el Gafitas. Es una historia sobre los orígenes, el
destino y las fronteras —geográficas, sociales, morales— que se cruzan, y de
las que no siempre se vuelve.
Y en ese sentido
tiene, como todas las buenas novelas, un valor universal.
4/13
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