sábado, 18 de mayo de 2013

Fronterizos


Las leyes de la frontera, Javier Cercas

En los primeros años del postfranquismo, un chico de clase media que vive en la ciudad de Girona, Ignacio Cañas, no sabe que su vida está por torcer el rumbo para siempre. Él es un charnego, hijo de inmigrantes españoles llegados a Cataluña, que reparte sus días entre la escuela y los “recreativos” (como si fueran los fichines nuestros). Un día conoce a una banda de pibes que vagabundean por la ciudad, fumando porros y tomado cerveza. La lidera un tal Zarco, y a su lado brilla con luz propia la que parece su novia, Tere. Son quinquis de las afueras. Ignacio, a quien han apodado “Gafitas”, casi sin darse cuenta pero atraído por una Tere inalcanzable, cruza la frontera y empieza a frecuentarlos.

La banda, aburrida de perder el tiempo entre billares y alcohol, comienza a dar pequeños golpes para hacerse con algo de plata y seguir de juerga. Luego vienen golpes más grandes, hasta que un día el asalto a una mansión termina mal. Alguien sopló el dato y la policía los espera. El Zarco —a esas alturas un mito de la delincuencia juvenil conocido en toda España— cae preso. Tere y otros también, pero el Gafitas no. El Gafitas logra escapar.

Treinta años más tarde, un escritor recibe el encargo de producir un libro acerca del mito del Zarco. Para eso contacta a Ignacio Cañas, por entonces un prestigioso abogado de Girona, con su familia bien constituida. También contacta al inspector Cuenca, un policía que persiguió a la banda por aquellos años, y al director de la prisión de Girona. Pero es el testimonio de Cañas el que hila toda la trama de esta muy interesante novela. Porque él es el paralelo de la vida de el Zarco: su cómplice primero, su abogado después, su competidor siempre.

Estructurada como un diálogo de largos monólogos, por decirlo de alguna manera, la narración transcribe las entrevistas entre el escritor y estos tres personajes. El escritor los hace hablar, preguntándoles lo mínimo indispensable para que ellos mismos muevan la narración, recordando los hechos de aquellos años. Esta característica de “entrevista” que evoca sucesos del pasado invita a los entrevistados a la reflexión, a la introspección. Y uno de los tantos méritos de Cercas es que, a pesar de ese tono por momentos reflexivo, el ritmo de la historia nunca decae. Mantuvo perfectamente mi interés. Es una estructura interesante la que elige el autor, pero que exige al máximo su solvencia técnica para darle fluidez a un relato que cambia todo el tiempo de discurso directo a indirecto y viceversa. Muy buen ejemplo para estudiar en este aspecto.

Hay que decir que Las leyes de la frontera no es una novela negra tradicional. Tiene un costado negro en la historia del mítico delincuente juvenil, ese a quien el propio sistema gusta de etiquetar como “el rebelde anti-sistema”, sin molestarse en ir más allá del rédito mediático que pueda sacarle. Delincuentes que existieron en la España de la transición, y existen hoy en todas las sociedades. También puede leerse como un relato histórico de aquellos primeros años de democracia incipiente en España, lo que naturalmente interesará más a los lectores españoles. Pero este libro es, por sobre todo, una historia dramática del amor enfermizo — de esos amores que marcan para toda la vida— entre tres: el Zarco, Tere y el Gafitas. Es una historia sobre los orígenes, el destino y las fronteras —geográficas, sociales, morales— que se cruzan, y de las que no siempre se vuelve.

Y en ese sentido tiene, como todas las buenas novelas, un valor universal.
4/13

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