—Además de un abogado de éxito es usted un abogado curioso.
—¿Qué quiere decir?
—Que antes de ser abogado fue delincuente, lo que significa que conoce de
primera mano los dos lados de la ley. Eso no es tan común.
—No lo sé. Lo que sí sé es que un abogado y un delincuente no están en los
dos lados de la ley, porque un abogado no es un representante de la ley sino un
intermediario entre la ley y el delincuente. Esto nos convierte en tipos
equívocos, de moral dudosa: nos pasamos la vida tratando con ladrones, asesinos
y psicópatas y, como los seres humanos funcionamos por ósmosis, lo normal es
que acabemos contaminados por la moral de ladrones, asesinos y psicópatas.
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