domingo, 19 de febrero de 2012

Por el filo de la navaja


Clientes y abogados defensores mantienen una relación curiosa. Un abogado no siempre quiere saber qué ha ocurrido en realidad. Ello tiene su motivo en nuestro ordenamiento penal: si el defensor sabe que su cliente ha asesinado a alguien en Berlín, no puede solicitar la comparecencia de “testigos de descargo” que afirmen que el acusado estaba ese día en Múnich. Es moverse por el filo de la navaja. En otros casos es indispensable que el abogado sepa la verdad. Conocer la verdad de los hechos puede suponer la ventaja mínima que libre a su cliente de una condena. Que el abogado esté convencido de la inocencia de su cliente no tiene la menor importancia. Su cometido es defender al cliente. Ni más ni menos.

(Ferdinand von Schirach, Crímenes, “Summertime”, Barcelona, Salamandra, 2011)

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