viernes, 24 de febrero de 2012

Compañía


Encontraba un enorme placer en observar la minúscula punta, brasa rojiza, del cigarrillo en medio de la oscuridad total. Sin embargo, el no ver el humo le hacía sentir como si no fumara. Se dolía de la pérdida de sensibilidad en la laringe y la garganta, atascadas de la impresión rutinaria del vicio. Volvía a preguntarse, si no sería mejor de una vez por todas dejar de fumar, si no merecía la pena olvidar y dejar enterradas para siempre las bronquitis una vez al año, los amaneceres con sabor a cobre entre los dientes, la angustia de no tener tabaco en medio de la noche. Se lo preguntaba, y contestaba negativamente. Volvía a la brasa solitaria en el enorme cuarto oscurecido.

(Paco Ignacio Taibo II, Cosa fácil, Bogotá, Editorial Norma, 2010, pg 37)

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