martes, 1 de noviembre de 2011

Un loco en La Feliz

La plegaria del vidente, Carlos Balmaceda

En la segunda mitad de los noventa, una serie de asesinatos tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata. Crímenes con ciertos denominadores comunes: todas las víctimas eran mujeres que ejercían la prostitución callejera en la zona de La Perla; todas aparecieron abandonadas en la ruta, muertas por estrangulamiento; todas golpeadas, algunas descuartizadas. Como suele suceder en Argentina, el asunto rápidamente se farandulizó, dándose en llamar el caso del Loco de la ruta. La resolución nunca fue clara pero, como suele tambien suceder en Argentina, hubo una banda policial sospechada de los homicidios.

Con el fondo de estos crímenes sucedidos en su ciudad natal, Carlos Balmaceda construye La plegaria del vidente, novela que resultó finalista del Premio Planeta y merecedora del Premio Memorial Silvero Cañada en la Semana Negra de Gijón. Y, la verdad, méritos no le faltan: es una muy buena novela.

El relato fluye en la voz de tres narradores.

El Vasco Bilbao es el policía que investiga los asesinatos. Un tipo que ha actuado con mano muy dura en el partido de La Matanza, y cuyo accionar fue la causa de la muerte de su hermano gemelo. Desde entonces, lo persigue “el eco de tres tiros”. Desorientado en su búsqueda, les habla a las víctimas, como esperando que lo ayuden con su trabajo.

El segundo narrador es el periodista Carlos Riveros. Alucinado, transita la noche de Mar del Plata, torturado por el recuerdo de su hijo muerto. Y sufriendo las pesadillas de los crímenes con los que se gana la vida escribiendo crónicas policiales para El País. Se obsesiona con el caso de las prostitutas, y lo indaga al Vasco y a la especialista en serial killers Natalia Soler.

El tercer narrador es Mauro Bramuglia, el vidente. Huérfano y ciego desde muy temprana edad, toda la vida se la pasó sufriendo su extraño poder que le permite ver sucesos del pasado y del futuro.

Desde luego, este tercer narrador, que es el primero que aparece, es el que tiene el registro menos “negro” de la narración, el más “psicológico”, por decirlo así. En cambio, el Vasco y Riveros llevan el tono violento, callejero, policial de la historia. Son, cada uno a su manera y en su ámbito, los sabuesos de esta historia.

Balmaceda utiliza de manera correcta sus recursos, cada uno en el momento adecuado, según el tramo de la narración. La mención detallada de las estructuras legales, policiales y mediáticas le otorga verosimilitud a las voces del Vasco y del periodista. Y con la prosa depurada y precisa, de alto vuelo, que aparece en los pasajes descriptivos y sensoriales del vidente Bramuglia, Balmaceda alcanza el gran mérito de poner cada palabra al servico de la narración, sin buscar expresamente el lucimiento “literario” —que finalmente logra, desde luego.

No quisiera dejar de mencionar, simplemente para mi registro —digo, para el día de mañana volver a este libro y ver el ejemplo—, algo que me llamó la atención en los diálogos —ay, ¡los diálogos y nuestros autores!—. No lo llamaría un recurso estilístico, pero sí una peculiaridad: la total ausencia de incisos del narrador en los tramos dialogados. Pocas veces son necesarios para aportar claridad, pero su inexistencia en algunos casos termina achatando, opacando el dramatismo de las escenas.

Esperaremos a la adaptación cinematográfica de esta muy meritoria novela que, con guión del propio autor, estaría estrenándose durante 2012.

10/11

4 comentarios:

  1. Me ha encantado tu reseña.
    No tenía noticia de este libro pero voy a apuntarlo para poder leerlo cuando le haga un huequillo. Hace poco leí a Ernesto Mallo, otro compatriota tuyo y me dejó un buenísimo sabor de boca, así que repetiré con Mallo (que acaba de sacar otra novela del Perro Lascano) y lo intentaré con Balmaceda.

    Un saludico y que todo vaya bien.
    Jabi BAsterra

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  2. Hola, Jabi.
    Gracias por la visita.
    Ojalá te guste el de Balmaceda. Durante esta semana postearé algunos "así escribe", y verás de qué se trata.
    Y, mirá qué casualidad, la primera de Mallo, "La aguja en el pajar", publicada hace poco en España como "Crimen en el barrio de Once" será mi siguiente reseña.
    Un abrazo,
    A

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  3. Qué curioso eso de que le cambien el nombre a la novela al publicarla en España.
    Tengo curiosidad por leer tu reseña, ya que, literatura al margen, está enmarcada en un momento especialmente duro para los argentinos. Así al menos lo he vivido yo.
    Ya contarás.
    Un saludico

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  4. A propósito del cambio de nombres, la novela que mencionas que acaba de sacar Mallo, "El policía descalzo de la Plaza San Martín" se llamó originalmente "Delincuente argentino", nombre que, según se dice, fue descartado por "políticamente incorrecto" en España...
    En fin...
    Un abrazo,
    A

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