El “tercer turno” quiere decir de once de la noche a siete de la mañana, como en prisión. Cuando estás cumpliendo condena aprendes que cada turno tiene su personalidad propia. En el primero, la comunidad exhibe sus mejores modales; es cuando se permiten visitas y la única hora en que aparecen los de la Comisión para la libertad condicional, así como los insoportables terapeutas, consejeros y maniáticos religiosos. El segundo turno es donde se resuelven las disputas, si se trata de cosas serias. Las peleas en la cárcel duran pocos segundos: uno muere y el otro se va por ahí. Si el tipo a quien apuñalas no muere, tiene derecho a la revancha. Y el tercer turno es aquel en el que si no te gusta la habitación, te vas del hotel: es cuando los más jóvenes se ahorcan en sus celdas. La prisión es exactamente igual al mundo libre: prepotencia, violencia y muerte, sólo que en prisión los horarios son más ajustados.
(Andrew Vachss, Strega, Barcelona, Ediciones B, 1988, pg 34)
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