Saul Lynx
había dicho a menudo que pensaba en mí como el detective a su pesar. Cuando le
pregunté qué quería decir con eso me contestó:
—No es una
profesión para ti. Sólo sales para ayudar a la gente, porque no te gusta lo que
les ha ocurrido. Pero en realidad prefeirías estar leyendo un libro.
—¿Y no
preferiría todo el mundo ser rico a trabajar? —le pregunté.
—Eso
dicen, pero la mayor parte de la gente que tiene un trabajo como el nuestro
están en esto porque les gusta mirar por las cerraduras y mezclarse con la
chusma.
Bueno,
pues yo ya no era un detective a mi pesar. Me dirigía voluntariamente hacia un
destino, aunque no tenía ni idea de dónde estaba ni de cuál era.
(Walter
Mosley, Rubia peligrosa, Barcelona, Roca
Editorial, 2009, pg 109)
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