Llamé a Margaret
y ella respondió con calidez y, Dios mío, cariño. Ni siquiera de joven había
sido eso que podrías llamar un galán. Los alcohólicos son una combinación
mortal de ego y carencia de autoestima. Esto seguramente las desconcierta
totalmente. Seleccionas a la mujer que está en el top de tu lista de deseos (lo que te dicta el ego), y después la
falta de autoestima desmonta cada razón por la que ella podría alguna vez
considerarte. Así que bajas en la escala y descubres a las agradecidas. Su
gratitud yace en que a duras penas podría alguien llegar a fijarse en ellas. De
esta manera el daño, la herida, se duplican. El mezquino ritual está destinado
a fracasar. Los tíos, ya sabes, ponen cara de desprecio y dicen: “Es una buena
chica”.
(Ken Bruen,
El dramaturgo, Barcelona, Editorial
VíaMagna, 2004, pg 161)
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