Eso de llevar
la cuenta, de señalar en el calendario cada vez que hacían el amor, se lo había
contado su padre a Wayne. Su madre nunca hablaba de esas cosas. Wayne se lo
contó así a Carmen:
—Tu padre
dice: “Todos estos años de matrimonio hemos seguido el método anticonceptivo
del ciclo menstrual. Tienes una semana al mes sin riesgo; lo llamábamos la
Semana del Amor; nosotros y los amigos; todos los irlandeses. Lo malo es que la
parienta puede aprovecharse de la situación. Estás en una fiesta pasándolo
bien, y ella se quiere ir a casa. Y te susurra al oído: «O nos vamos a casa
ahora mismo, amigo mío, o te quedas a palo seco». Y tienes que decidirte
enseguida. ¿Quieres emborracharte, pasar un buen rato? Si es así, tendrás que
esperar un mes para mojar. Y así año tras año. Una noche no me encontraba muy
bien; estaba en el baño intentando evacuar. Y Lenore me dice a través de la
puerta: «Si quieres tener relaciones sexuales —ella lo llamaba así, relaciones
sexuales—, tienes que venir inmediatamente». Me quedé allí, pensándolo, y me
dije que ya estaba bien. Se acabó la Semana del Amor. A la mañana siguiente
salí de casa y nos divorciamos.”. Cuando tu padre me contó esto, yo le dije:
“Sí, pero no has mencionado una cosa. ¿Tuviste relaciones sexuales esa noche?”.
Y tu padre dijo: “¿Por qué no?”.
(Elmore
Leonard, Persecución mortal, Madrid, Alianza
Editorial, 2008, pg 263)
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