sábado, 28 de abril de 2012

Apuesta y corre

Que nadie se mueva, Denis Johnson


Cada nueva novela en la Colección Roja & Negra de Mondadori & Fresán es un suceso al que hay que prestarle atención. La colección, casi por definición, resulta de nivel variado. Pero sus puntos altos son altos de verdad: ojo cuando aparece una nueva novela de Roja & Negra.

Que nadie se mueva, del norteamericano Denis Johnson, es la última que se ha distribuido en Buenos Aires. No conocía al autor pero la suma del sello “colección R&N” más las loas de tapa a cargo de Jonathan Franzen más prólogo del prologuista profesional más tapa pulp con chica y revólver humeante me empujó a asumir un riesgo: la compré. Y fue una muy buena decisión.

El protagonista de esta historia es Jimmy Luntz. Jimmy canta en un ridículo coro masculino. Es tan perdedor que Fresán le implanta la cara de Steve Buscemi, como para que se den una idea. Además de cantar, Jimmy debe plata porque eso es lo que hacen los jugadores compulsivos. Mucha plata, y a gente mala. Cuando lo viene a buscar el matón Gambol, Jimmy lo balea pero, ay, no lo mata del todo. Lo dicho: Jimmy es un perdedor.

Por ahí anda Anita Desilvera. Es una india bellísima. Bebe un montón, pero no siempre está borracha. Por esas cosas de la vida (y de las novelas como esta) sabe cómo acceder a un botín de 2,3 millones de dólares. También tiene un arreglo judicial pendiente, y un divorcio costoso. Pero ¿qué es eso en comparación con esos 2,3? Nunca iba a pensar, claro, que se cruzaría con Jimmy en la barra de un bar de motel. Es el encuentro de dos potencias.

A partir de entonces, mientras Gambol se recupera escondido en el trailer de Mary, una enfermera veterinaria todo servicio, su jefe Juárez y el Hombre Alto comienzan la cacería de Jimmy por todo el norte de California. Y Jimmy escapa junto con Anita, y sigue sin creer que ella sea tan hermosa. Pareciera que, por una vez, el ludópata consumidor de raspaditas tiene verdadera suerte. Al tiempo ya se suma Gambol, y entre todos van dejando un tendal en los bares de rutas y en las bandas de moteros hasta que al final todos se encuentran y… es el momento de apostar all-in.

La novela es de un ritmo intenso, y me resultó muy entretenida. Los personajes, el humor y los diálogos son bien de esa rama de la familia que viene del tío Leonard y los primos Tarantino y Coen (*). No lo digo yo, sólo suscribo una de las afirmaciones de Fresán en el prólogo. Pero además Rodrigo habla de la poesía en la prosa de Johnson. Que además de poeta es un autor exquisito, de culto, de crear momentos epifánicos (epifanía = palabra fresaniana por excelencia). Si hasta Javier Calvo —a cargo de la traducción— revela en su blog que es devoto de este escritor norteamericano nacido en Munich. Y yo, que no traduzco ni edito pero leo, tengo que coincidir en esa valoración de Johnson, pero hasta ahí: se ven en Que nadie se mueva algunos destellos de todo ese valor, pero se me hace que tendría que leer alguno de sus otros libros para sumarme o no al Club de los Adoradores de Denis.

Una novela muy divertida, muy cinematográfica en sus diálogos y en sus escenarios de road movie clase B. Hace bien Fresán en elegirla para su colección: se instala entre las mejores R&N que han pasado por mis manos.


(*): a propósito de tarantinianos y coenianos (¿y eso?) y de criterios y gustos de los editores, me acordé de la otra novela de este estilo que tiene la colección. La comenté aquí, Muerte y vida de Bobby Z. Adoro a Winslow y me considero en deuda por siempre con él sólo por habernos dado El poder del perro. Pero esta novela de Johnson es, a mi criterio, superior a aquella.

Traducción: Javier Calvo

3/12

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