lunes, 19 de diciembre de 2011

Pongamos que hablo de Madrid

Adiós, princesa, Juan Madrid


Por si no quedó claro en mi comentario anterior, voy a ser explícito en este: soy un fan incorregible de las novelas de Toni Romano. Espero que esto sea suficiente para que se entienda desde dónde arranco.

Adiós, princesa es la séptima y —por ahora— última novela de la serie de Toni Romano. También es la que transcurre en tiempos más recientes: Toni nos relata acontecimientos sucedidos “ocho años atrás”, en septiembre del año 2000. La aclaración no es gratuita: considerando que la primera novela de Toni, Un beso de amigo, fue publicada en 1980, y transcurría en esos primeros años de la transición, el Toni que nos narra Adiós, princesa tiene 30 años más que aquel: mucha agua bajo el puente.

En esta oportunidad el viejo Toni deberá salir en ayuda de su amigo el escritor Juan Delforo —reconocido alter ego del propio autor—, cuando este es acusado por el asesinato de una conocida periodista televisiva. La chica en cuestión, Lidia, había sido su alumna en la universidad. De sus diarios íntimos surgen los indicios que involucran a Delforo. Pero es él mismo quien ha grabado en unas cintas la información que podría librarlo de esas acusaciones. Toni deberá rastrearlas, y en el camino se codeará con los poderosos que tendrían intereses en este entuerto: los grandes medios de comunicación, las empresas de seguridad privada en auge en España, los servicios de inteligencia, la propia Casa Real… “Una historia que pudo suceder”, dice Juan Madrid en la dedicatoria del ejemplar que atesoro. Y créanme que es así.

En esta novela, como ya se ha dicho, Toni está más viejo. Sigue siendo el mismo cabeza dura de siempre pero se lo ve cada vez más envuelto en cierta melancolía. Es un Toni crepuscular, que mira para atrás y quiere recuperar lo irrecuperable. Así es que aparece nuevamente Juanita, la del bar Burbujas, y su hijo Silverio. Así es que Toni recuerda cada vez más aquella tarde atroz en la que se despidió de su padre a los golpes …

Más allá de este paso del tiempo, Adiós, princesa conserva las que yo creo que es la característica más saliente de esta serie de novelas de Juan Madrid: la presencia de la ciudad y sus habitantes —el habla callejera, los bares tristes y oscuros, las tabernas donde comer “bueno y barato”—, en pasajes de un costumbrismo muy bien logrado, como no es habitual encontrar en el género. Sirva como ejemplo de esto la relación de Toni con sus tres vecinas solteronas, las hermanas Abril, y el desopilante pedido de “un favor” que le hace Angustias a lo largo de esta historia.

Por eso siempre me digo que una novela de Toni Romano es mi manera preferida —por estar siempre al alcance— de viajar a Madrid. A un Madrid “hecho a medida” para mí, lejos de las urbanizaciones de extrarradio y bien concentrado en las antiguas calles del centro. Un Madrid que conserva lugares y aromas, hábitos y palabras que ya no están, que han caído en desuso, pero que forman parte esencial de su identidad.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, Ariel.
    Que sepas que yo estuve a punto de titular mi reseñita de esta novela con el mismo título que tú has usado, el de la bellísima canción de Sabina.
    Creo que coincidimos en ver de forma parecida el mundo de Toni Romano, este tremendo personaje creado hace ya años por Juan Madrid, el del Foro.
    Un saludico

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  2. Hola, Jabi, gracias por la visita.
    He llegado a la conclusión de que nunca ganaremos premios periodísticos mientras sigamos titulando de manera tan original nuestras reseñas... jeje.
    Un abrazo,
    A

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