1977, David Peace
Jack Whitehead y Bob Fraser son dos actores secundarios en 1974, primera parte del Red Riding Quartet. Estaba por poner “dos viejos conocidos”, pero eso no es del todo cierto. A ver: Jack sigue siendo columnista en el Yorkshire Post. Bob es el mismo sargento de la policía de West Yorkshire que ayudaba a Eddie Dunford en aquella historia tremenda.
Pero de ambos conocemos ahora algunas cosas más. Después de todo, son los protagonistas, y narradores de esta segunda parte. Bob tiene un pequeño hijo, único y frágil vínculo que lo une a su mujer. La relación con ella, hija de un policía que agoniza en el hospital y a quien debe cuidar sola, hace rato que no funciona. Más precisamente, desde que Bob se ve con Janice, una prostituta negra a la que conoció en un operativo antivicio, y cuyo polvo en el asiento del patrullero lo enamoró para siempre.
En cuanto a Jack, tres años más tarde su afición por la bebida no lo ha matado, pero tampoco ha disminuido. Sigue solo, aunque siempre duerme con alguna que otra chica fácil. Pero la que lo desvela, la que lo visita en sus pesadillas es su ex esposa, Carol.
Un sujeto a quien la prensa ha bautizado “el Destripador de Yorkshire” aparece como el responsable de toda clase de agresiones que se vienen cometiendo en los últimos años contra prostitutas de la zona. Varios de esos ataques llegaron al asesinato. No hay pistas firmes, pero el caso se convierte en una obsesión para Jack y para Bob, periodista y policía, investigadores arquetípicos. Y ambos enredados con prostitutas de Chapeltown, potenciales víctimas del Destripador.
En capítulos intercalados —que siempre comienzan con un extracto de un show radial de la época, recurso que le sirve a Peace para transmitir el clima de Yorkshire en aquellos días del Jubileo por los 25 años del reinado de Isabel—, Jack y Bob van hundiendo al lector en las tenebrosas profundidades de sus propias locuras. Ninguno de los dos es un narrador que esté en condiciones de transmitir de forma clara lo que está pasando, lo que van descubriendo. Los dos están tan personalmente atravesados por la historia que no alcanzan a tener la lucidez suficiente. Y ese desasosiego, esa confusión, esa desesperación pasa al lector.
Como en 1974, aquí también hay violencia de la pesada, de esa que resulta difícil de digerir. También hay corrupción policial (¿son todos suyos los crímenes que se le adjudican al Destripador?), y editores —de diarios, de porno— que no son ningunos santos. Existen conexiones argumentales con aquella primera parte, aunque ninguna tan vital que requiera la lectura previa de aquella.
Se sabe que David Peace se obsesionó con el caso del Destripador cuando era niño. Conservaba recortes de los diarios, y reconoció en una entrevista que se escapó de la escuela el día que lo detuvieron, sólo para poder verlo. Toda la angustia de aquellos días hoy aparece en estas dos novelas del cuarteto.
1977 es una historia compleja en su estructura, una historia de amor enfermizo, de odios, violencia extrema y locura, narrada con un lenguaje acertadamente seco, filoso, casi dañino. Una novela oscura e imprescindible.
Traducción: Manu Berástegui
9/11
Qué tal, Ariel.
ResponderEliminarPrecisamente tengo este libro en la rampa de lanzamiento, para empezar a leerlo en cuanto acabe con "La piscina de los ahogados" de Macdonald.
Tu comentario me va a animar a acabar pronto el piscinario para empezar con el segundo del Red Riding Quarted.
Un saludico
Hola, Terri.
ResponderEliminarLeí "La piscina..." hace algunos años. A lo mejor tu futuro comentario me invita a releerla, como el gran Macdonald merece.
"1977" es igual de dura que "1974", pero bastante más ardua de leer. Tal vez por la coexistencia de los dos narradores. De todas maneras, es una historia de esas que pegan: violenta, triste y oscura, y en un lugar en el que siempre llueve...
Abrazos,
A