lunes, 20 de junio de 2011

ESTO ES EL NORTE. ¡HACEMOS LO QUE NOS DA LA GANA!

1974, David Peace


“ESTO ES EL NORTE. ¡HACEMOS LO QUE NOS DA LA GANA!”, es lo que escucha Eddie Dunford, antes de que el policía lo deje inconciente de un culatazo en la cabeza. Esto sucede casi al final de esta novela espeluznante e hipnótica. Estamos cerca del desenlace de una historia brutal, que comenzó apenas unos días antes.

Diciembre de 1974, región de Yorkshire, norte de Inglaterra. Edward Dunford es columnista de sociales en el Yorkshire Post. Dos horas antes del comienzo del funeral de su padre se encuentra cubriendo una conferencia de prensa. Se prevé que la policía va a a anunciar que una niña de diez años ha desaparecido. Los padres desesperados de la niña también estarán allí.

Unos días más tarde la niña es encontrada muerta y violada, con dos alas de cisne cosidas en la espalda. El odiado Jack Whitehead, columnista estrella del diario, vuelve a quedarse con la nota, pero a Edward ya no le importa: lo que había comenzado como una cobertura periodística va conviertiéndose velozmente en una obsesión para él. Relaciona el crimen con otros similares que tuvieron lugar unos años antes y comienza a ir por ahí, haciendo las preguntas inadecuadas a las personas incorrectas. Y empieza a tener problemas. Muchos y serios y muy dolorosos problemas.

En un paisaje gris, frío, bajo una lluvia permanente —es magnífico cómo pinta Peace la geografía y el espíritu del momento por medio de, por ejemplo, las referencias musicales—, Dunford va encontrando y destapando toda clase de asuntos sucios: corrupción policial, negocios inmobiliarios fuera de la ley, crímenes sexuales, desaparición de personas, mutilaciones de animales, chantajes.

La narración cobra un ritmo enloquecido, acompañando el trágico descenso del protagonista y narrador al infierno de esta historia. La trama se complica y por momentos parece confusa, pero lo es en la medida en que la confusión crece dentro de la cabeza de Edward. Y uno se deja arrastrar gozosamente por esta novela magnífica, de esas que dejan una marca. Hay quien dice que no es para cualquier lector. No sé si suscribiría semejante afirmación: la buena literatura debería ser para todos. Que exige al lector, es cierto. Que es muy violenta, también (anotar: sus páginas contienen la sesión de tortura más escalofriante que recuerde haber leído narrada en primera persona. No escabrosa, no gore: TE-RRO-RÍ-FI-CA). Que es una novela descomunal, también es cierto. No debería perdérsela nadie.

Con evidentes influencias de James Ellroy —reconocidas por el propio Peace— tanto en la temática (crímenes perversos, protagonista obsesionado, relaciones tortuosas), como en el estilo (diálogos filosos, frases muy cortas, repeticiones) estamos ante una novela que merece todos y cada uno de los elogios que sobre ella se han dicho, y tal vez más. Primera de una tetralogía denominada Red Riding Quartet, a la que le siguen 1977 (publicada en la misma editorial), y 1980 y 1983 (hasta donde sé, aún no traducidas al español), está inspirada en los hechos reales que acontecieron por aquellos años en esa zona, en la que el llamado “destripador de Yorkshire” asesinó a varias mujeres. ¿Quién guardaba obsesivamente recortes de aquellos diarios sobre el caso? Correcto: el pequeño David Peace.

Supe de este autor, cuyos libros no llegaron a la Argentina, por algún comentario de Paco y Montse, los estimados libreros de Negra y Criminal, de Barcelona. Nobleza obliga, aprovecho este post para agradecerles que ejerzan su oficio con tanta vocación e idoneidad: nunca me ha defraudado ninguna de sus recomendaciones. Supongo que es lo que busca todo buen librero, y ellos lo logran.

(En este caso, también fue necesaria la colaboración más prosaica de “nuestro hombre en la Península”, mi amigo el Negro Blanco, que organizó el contrabando de un par de ejemplares. ¡Te debo un asado!)

Traducción: Manu Berástegui
5/11

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