—¿Qué le sirvo, dottore?
—De todo.
Se rieron.
Entrantes de mar, sopa de pescado, pulpito hervido y aliñado con aceite y limón, cuatro salmonetes (dos fritos y dos asados) y dos copitas de licor de mandarina de un nivel alcohólico explosivo, motivo de orgullo de Enzo, el propietario de la trattoria.
—Veo que vuelve a estar en forma, dottore.
(Salvo Montalbano)
(Andrea Camilleri, La paciencia de la araña, Barcelona, Salamandra, 2006, pág 238)
No hay comentarios:
Publicar un comentario