domingo, 15 de diciembre de 2013

Fruta sin jugo

Las cinco de la mañana en el reloj del buró, las ocho de la noche en su inconsciente crispado. Un tropel de imágenes le hizo pensar que era mejor enfrentar al terapeuta. Le llamaría al regresar. Fue al baño, ¿y si le marcaba a Gris y se largaban de una buena vez? Podrían desayunar en el Playa o en el Shrimp Bucket. No lo consideró prudente. Vio su rostro demacrado, su barba algo crecida pero no tenía ánimos de afeitarse. Los lunes son así, un tobogán al vacío, una fruta sin jugo.

(Élmer Mendoza, Balas de plata, Buenos Aires, Tusquets Editores, 2008, pág. 91)


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