sábado, 19 de mayo de 2012

Novela negra con happy hour

Trago amargo, F. G. Haghenbeck



A esta altura del partido, en el que el mote de “chandleriano” se ha repartido a lo largo y a lo ancho del Globo en tapas, contratapas, fajas y solapas de las novelas más variopintas, aún hay gente que se propone hacer una novela en homenaje a Raymond Chandler. Hay que reconocerlo: se necesitan mucho coraje y mucho talento. Algunos no dan la talla y se quedan en parodias involuntarias y, por lo tanto, olvidables. Otros, en cambio, logran un producto a la altura del homenajeado. Sin imitaciones, establecen cierta complicidad con el lector y la cosa funciona. Es el caso de F. G. Haghenbeck y su Trago amargo.

Sunny Pascal es un detective “mitad en todo”. Un sujeto de Hollywood lo recomienda para un trabajo especial. Él es mandado hacer para ese tipo de trabajos. Más si hay que hacerlo en tierra mexicana. Cuestión es que, en un par de días, Sunny arma su maleta con dos botellas de gin, una edición gastada de On the road, de Kerouac y su tabla de surf y viaja al sur. A Puerto Vallarta, donde John Huston comenzará a filmar La noche de la iguana. ¿El trabajo? Fácil: evitar que los actores se maten entre sí. Bienvenidos los reporteros de escándalos y su publicidad gratis pero, por favor, que nadie termine muerto “o peor aún, en una cárcel mexicana”.

Acodado en la barra del bar, se dispone a disfrutar de los tragos gratis y de las bellas mujeres que se mueven por el set. Pero Sunny, agudo observador de este mini Hollywood enclavado en medio de la belleza del Pacífico mexicano, enseguida percibe cuál es el cóctel más peligroso que tiene ante sí: los egos inflados de tantas estrellas, la tensión sexual en el ambiente y los intereses inmobiliarios apenas solapados en el proyecto de la película. En efecto, no pasa mucho tiempo hasta que unas joyas desaparecen, y la cosa se desmadra. Chicas drogadas, películas clandestinas y, desde luego, un muerto. Todo lo que Sunny necesita para mantenerse ocupado.

La narración en la voz de Sunny Pascal, los diálogos fluidos y las comparaciones exageradas, propias de la escritura “chandleriana” usadas con el buen criterio de Haghenbeck, resultan en una novela de ritmo ágil y muy entretenida.  Pero hay dos particularidades de Trago amargo por las que los lectores recordaremos este libro. La primera es la mezcla de personajes, escenarios y situaciones tomadas de episodios de la vida real: las estrellas de Hollywood Richard Burton, Ava Gardner, Liz Taylor y Deborah Kerr, el director John Huston, Puerto Vallarta y La noche de la iguana. La otra, absolutamente original (y en algún punto, también muy útil) es la idea de los tragos. Cada capítulo de la novela lleva el nombre de uno. No sólo eso: también se incluyen recetas y hasta una pequeña historia acerca de los orígenes de cada cóctel. En ocasiones hasta se sugiere la música adecuada para disfrutarlos. Como dije: útil e inspirador.

F. G. Haghenbeck, que además de escritor es guionista de cómics, se ha reconocido en alguna entrevista partidario de la literatura “escapista”, de lectura fácil y divertida. Su sano objetivo es entretener al lector. Con Trago amargo, este happy hour en clave de novela negra clásica, puede considerar que, al menos con este servidor,  lo ha cumplido con creces.



3/12

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