Todos los
actores se odiaban entre sí y había más tensión sexual en el set que en una
preparatoria mixta. El director estaba tan seguro de que terminarían matándose
unos a otros, que había mandado a hacer cinco pistolas de oro, con cinco balas
de plata, con el nombre de cada uno inscrito en ellas, incluyendo el del
productor. El director era precavido, no incluyó la bala con su nombre. Aun
así, mi jefe, el señor Ray Stark, parecía feliz con todo y con todos. No sabía
por qué también conmigo. Éramos tan distintos que podríamos provenir de
diferente simio. Había hecho de todo en su vida. Era famoso y millonario. Tal
vez sólo le faltaba plantar un árbol.
¿Yo?
Bueno, aún no sabía qué era. Para eso se necesita toda una vida. Sólo soy un
sabueso beatnik de nombre Sunny
Pascal. Mitad en todo: mitad mexicano, mitad gringo; mitad alcohólico, mitad
surfer; mitad vivo, mitad muerto. Alguien con half español, mitad english.
Y estaba
en el infierno.
(F. G.
Haghenbeck, Trago amargo, Barcelona, Roca
Editorial, 2009, pg 15)
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