Te quiero porque me das de comer,
David Llorente
Como
bitácora de lecturas que es este blog, debo dejar constancia de que la obra de
Llorente también ha pasado por aquí. Sin embargo, consciente de lo mucho, pero mucho, que se ha escrito sobre esta novela (*), me pregunto si estoy en
condiciones de agregar algo más. Me respondo que es difícil, pero lo voy a
intentar. Breve, lo prometo.
Una
de las cosas buenas de esta novela deslumbrante, hipnótica es que exige al lector.
Especialmente al comienzo, hasta entender que lo que propone Llorente no es
ruido sino música. Como en una
sinfonía, hay que escuchar todos los instrumentos juntos para disfrutar del sistema.
Se
ha hablado mucho de simultaneidad al tratar de describir la forma en que está
escrita. No me convence esa palabra, al menos en el sentido que se le ha dado,
incluso en la contratapa. Narrar sucesos que ocurren simultáneamente no es un
invento de Llorente ni mucho menos. Parece trivial aclararlo, pero conviene.
Hemos leído infinidad de novelas en las que las tramas suceden al mismo tiempo.
Pero no es eso lo que resulta novedoso en la propuesta de Llorente: lo que él
hace —administrando con maestría una complejidad suficiente para enloquecer a
cualquier autor—, es entretejer
textos. No narra “sucesos simultáneos”, sino que “narra simultáneamente sucesos (simultáneos o no)”. El resultado es un
continuo envolvente que arrastra al lector. Desde luego, Llorente echa mano de
todas las herramientas disponibles para lograr ese efecto, incluso de la
valiosísima puntuación.
Hay
quienes piensan que Llorente ha inventado la pólvora nuevamente. Me resulta
exagerado. En cambio, sí es justo valorar que ha tomado un riesgo cuando optó
por esta estructura para narrar una novela de género: le ha salido más que bien
a él y al género mismo, enriquecido por esta intervención.
Pero
esta novela dura, roñosa, explícita y, en algún punto, vergonzante, no tiene su
único mérito en la forma. A la misma
altura está su contenido. Las infinitas
subtramas que se abren y cierran permanentemente, con sus monstruosos
protagonistas, conforman ese Jardín de las Delicias aterrador cuyos detalles y
recovecos llevan al lector a contemplar el todo,
el verdadero Protagonista con mayúscula: el barrio de Carabanchel. Es decir, el
mundo del siglo XXI.
Te quiero porque me das de comer es una
joya que brilla tanto por su trama como por su estructura, por su forma como
por su contenido. Es en la combinación de ambos aspectos (¿acaso se puede,
tiene sentido, pensarlos separados?) lo que hace de esta locura de novela una
lectura imprescindible entre las novedades del 2014.
10/14
(*):
como ejemplos, las reseñas publicadas por algunos blogueros conocidos: el amigo
Aramys,
Jesús Lens y Sergio Torrijos.
Seguí
pinchando: no hay nada parecido en cuanto a la forma. Sin embargo, en la Cámara Gesell de Saccomanno se respira el mismo aire viciado que en este Carabanchel. Y
ya que estamos, ¿por qué no mirar el barrio de gitanos y chabolas que crea Aníbal
Malvar aquí?
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