Luna de casino, Peter Blauner
Quiso el destino que me encuentre
escribiendo esta reseña justo hoy.
No cualquier día, sino hoy: primer día del
Mundo Sin James Gandolfini.
A él y a su creación, Tony Soprano, vaya un
sencillo recuerdo.
Los tiempos cambian, qué novedad.
Las instituciones siguen, pero los tiempos cambian. Incluso la mafia —organismo
cerrado si los hay, con sus propias leyes y códigos— cambia. Antes los chicos
morían por pertenecer. Morían ante la irresistible seducción del poder, sin
importar cuánto había que ensuciarse para estar ahí. Pero así era antes. Ahora
los jóvenes quieren salir. Blanquearse, vivir normalmente. El asunto, claro, es
que puedan y los dejen.
Luna de casino relata la historia de Anthony Russo. Anthony es el
hijo adoptivo de un mafioso de segunda línea, de los que actúan en una ciudad
de cuarta línea como es Atlantic City. Tony —esposa e hijos, pequeño empresario
de la construcción— lucha por no pertenecer a un mundo en el que debe presenciar
cómo su padre clava un picahielos y cuatro balazos a un “amigo”, mientras suena
Tony Bennet en la radio. No es un mundo para él, chico universitario de
aspiraciones “american way”. El asunto es que pueda salirse. No es tan
fácil. La recesión lo tiene a maltraer, su familia pasa necesidades. La presión
de Vin, su padre, y el jefe Teddy, tío de su esposa, se hace sentir. Apremiado pero
testarudo, Tony se embarca en una última jugada: se mete a
patrocinar a un viejo campeón de boxeo con el que piensa salvarse. En el
camino, de paso, se enreda con Rosemary, una chica que se gana la vida en un bar oscuro, luchando
en el barro con otras chicas.
El conflicto de Anthony, que no
es tanto moral como generacional, es el centro de esta novela. Que también
podría decirse que trata sobre esa lucha en la que se nos va la vida, ese motor
narrativo por excelencia: la lucha para torcer
el destino, para sortear un mandato. Eso es, en suma, lo que intenta Tony.
Y hay que llegar al final para ver qué es lo que realmente logra.
Peter Blauner instala en Atlantic
City su historia. No creo que sea casual la elección. Encarnación perfecta de la
ciudad decadente, nunca cuesta imaginarla con sus costaneras desiertas, con sus
carteles de chapa oxidada chirriando en el viento, con sus ludópatas y sus
boxeadores siempre derrotados. ¿Qué puede esperarse de una banda de mafiosos
que ejerce ahí, en ese imán de
perdedores, esa versión berreta de Las Vegas?
Con una combinación inteligente
de violencia y humor, muy deudora del maestro Leonard, Blauner construye este
universo de mafiosos humanos, agobiados por preocupaciones mundanas. Mucho más
cercanos a los de Goodfellas que a
los de El Padrino, hay quien dice que
Luna de casino anticipó a series como
Los Soprano o Boardwalk Empire. Suena un poco presuntuoso, pero puede ser. Al
menos en la parte de la primera que vi, es posible emparentar a aquel genial y
atormentado Tony Soprano de New Jersey con esta banda de Atlantic City, en
especial con los secundarios Vin y Teddy (este último, dicho sea de paso, el
mejor de los personajes de esta novela).
Con una narración que alterna la primera persona de Tony Russo y la tercera de un narrador omnisciente, con
diálogos perfectos, humor filoso y bien logrados estallidos de violencia, Luna de casino es una novela muy
entretenida, que se lee a buen ritmo (anoten los entusiastas del boxeo: las
últimas sesenta páginas —el desenlace— transcurren “en tiempo real”, durante el
combate entre Elijah Barton y Terrence Mulvehill. Una perla).
Luna de casino no será un clásico, pero te va a hundir de cabeza en
la decadencia de Atlantic City, garantizándote unas cuantas horas de grata
lectura. Lo que, hoy por hoy, no es poca cosa.
Traducción: Óscar
Palmer Yáñez
5/13
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