—La primera vez que vine aquí, no había nada —estaba diciendo Teddy al día
siguiente—. Tuvimos que levantarlo nosotros. El paseo marítimo estaba tan
desierto que podrías haber disparado un cañón sin darle a nadie.
—Sí, algo así he oído —dijo Jackie, el nuevo jefe, que había venido de
visita de Nueva York.
—Fue justo después de la convención demócrata del 64 —prosiguió Teddy—.
Cuando toda la prensa dijo que Atlantic City era un sumidero. “Los días de
gloria pasaron a mejor vida”. Ese tipo de cosas. Porque la gente había dejado
de venir a la costa. Pero, en serio, las cosas sólo se pusieron feas después de
que aparecieran todos aquellos reportajes en la prensa. ¿Verdad? Corrígeme si
me equivoco, Vin. Siempre que algo va mal, encontrarás a un abogado o a un
periodista detrás de todo el asunto.
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