—Una ola —dice Boone— te coloca en el lugar exacto del universo que te
corresponde. Supón que eres un engreído, que te crees el rey del universo;
entonces sales allá afuera y la ola te da una paliza: te levanta, te echa
abajo, te revuelca, te refriega por el fondo y te retiene allí un rato... Como
si Dios te dijera: "Oye, alfeñique, cuando te deje volver a subir, toma
una bocanada de aire y a ver si te puedes alejar de ti mismo un poquito".
O digamos que estás depre, que sales y te sientes una mierda, como si en el
mundo no hubiera lugar para ti. Sales y el mar hace que te deslices suavemente,
como si solo fuera para ti... ¿Comprendes? Es como si Dios te dijera:
"Bienvenido, hijo mío, esto es para ti y está todo bien". Una ola
siempre te da lo que necesitas.
(Don Winslow, El club del amanecer, Madrid, Martínez Roca, 2012, pg 259)
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