El asesino de las vírgenes negras, Andreu Martín
Cuando un músico o una
banda saca un nuevo álbum que evoluciona respecto de su producción anterior uno
lee en las críticas esa especie de lugar común que celebra la “capacidad de
reinventarse a sí mismo, una y otra vez a lo largo de su carrera”. Siempre me
llamó la atención que esta capacidad no se celebre de igual manera en otras formas
del arte. Muy rara vez en la literatura. Menos aún en la literatura de género:
el panorama está plagado de autores que se repiten hasta el cansancio, poco más
que limitándose a cobrar los beneficios del trabajo esclavo de sus extenuados
detectives (tal vez se trate de una característica de este querido género
negro: los lectores pedimos más de lo mismo, nos encariñamos con los
personajes… en todo caso, es un tema para otra nota, no esta). Como sea, decía,
no es habitual ponderar esta capacidad de
reinvención en los autores del género. Y yo creo que no es justo pasarlo
por alto. La clave de todo está en la palabra “riesgo”: hay autores (artistas)
que se arriesgan a salirse de un
molde de éxito seguro. Van más allá de la frontera, a probarse en nuevos
terrenos.
Es fácil afirmar
que Andreu Martín es uno de esos artistas. Además de su monumental aporte al
género negro —a esta altura fuera de cualquier discusión— su obra incluye
guiones de cómics, cine y TV, literatura erótica, novela histórica, teatro, y
hasta un libro de ayuda para escritores en formación. No obstante, a quien aún le
queden dudas, podrá convencerse cuando lea El
asesino de las vírgenes negras.
Aun cuando se la inscribe
dentro de su producción de género negro, en El
asesino de las vírgenes negras Andreu Martín explora tópicos que están en
las afueras del núcleo temático del género. Por ejemplo, se mete con la
habitual materia prima de la fábrica de best
sellers montada alrededor del filón “Código Da Vinci”. Sectas, iluminados,
documentos secretos y comprometedores, ¡oh, el hundimiento de la Iglesia
Católica! Pero, claro, portador del gen negro en su ADN, lo mezcla con un
asesino serial y con una galería de policías, prostitutas, mafiosos y locos que
pueblan una Barcelona enloquecida, lista para recibir el Fin del Mundo. Hay que
decirlo: en cierta forma, EAVN no es
la novela típica de Andreu Martín. Lo que no es una mala noticia en absoluto:
sigue siendo una gran novela de Andreu Martín.
En el lluvioso
invierno barcelonés, un grupo de masones está siendo diezmado por un asesino en
serie. Los cuerpos son encontrados formando parte siempre de una puesta en
escena cuidadosamente macabra: un masón junto con una prostituta —cadáveres con
diferente fecha de defunción—, en poses sexuales. Y dentro de los cuerpos de
las chicas, una imagen de la Virgen Negra, Nuestra Señora de Montserrat.
El inspector
Torrero —crisis matrimonial en curso, enganchado con una prostituta de la
Rambla del Carbón— es el encargado de investigar los crímenes. Lo ayuda la
eficiente Martina Sanz, especialista en sectas. No tardarán en enredarse en una
trama alucinada en la que aparecerán los masones de la logia en peligro, un decadente
periodista pulp cuyo sueño es
entrevistar a un asesino serial, un policía infiltrado y sospechoso de
corrupción, otro que está dispuesto a vender su alma al Demonio, un sacerdote
satánico, representante del mismo Demonio, un loco moribundo, matones turcos,
mafiosos de Europa del Este.
Es una pequeña
multitud de personajes, está claro. Andreu Martín es un inventor de personajes
memorables, y aquí no se queda atrás. Los dota de una humanidad que, en esta
novela, se hace patente en un aspecto común a todos ellos (¿tal vez común a los
tiempos que corren, a la ciudad en la que viven?): todos tienen un grado de
locura.
Y ese grado de
locura —la del propio asesino, la de los policías Torrero y Paco Rincón
(platónicamente enamorado de una escultural porno
star), la de los masones y la del comisario Mombuey, ávido por transar con
Lucifer— es el que infecta la trama y las subtramas, al punto que las vuelve
arduas y confusas por momentos. Es la demencia que sobrevuela esta Barcelona
afiebrada y apocalíptica, que parece a punto de volar por los aires. No lo
olvidemos: estamos en los días del Fin del Mundo.
Y hablando de días,
sospecho que no es casual que Andreu Martín nos entregue esta novela
absolutamente desmesurada y ambiciosa justo en tiempos de crisis feroz, de
verdadera enajenación colectiva. Tampoco que lo haga en la forma en que lo
hace: editándola a un precio accesible en formato digital (*) sin protección, a
través de la interesante editorial sigueleyendo.es. Con un click acá, y por lo
que cuestan un par de cañas/birras,
te la podés descargar a tu ordenador/compu.
Y a leerla ya, que
se acaba el mundo.
2/13
(*): se ha dicho
que El asesino de las vírgenes negras
es la primera novela que Andreu Martín edita sólo en digital. Según entiendo
esta afirmación es inexacta, pues en 2012 apareció La vida es dura, publicada exclusivamente en ese formato. Está
disponible en la web del autor, pinchando aquí.
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