La negación del embarazo siempre ha existido. Sólo en Alemania,
anualmente mil quinientas mujeres se dan cuenta demasiado tarde de que están
embarazadas. Y año tras año casi trescientas no lo saben hasta que llega el
parto. Dan una interpretación distinta a los síntomas: no tienen la regla por
el estrés, el vientre está hinchado porque han comido demasiado, los pechos les
crecen por un trastorno hormonal. Las mujeres son muy jóvenes o pasan de los
cuarenta. Muchas ya han tenido hijos. Las personas son capaces de negar lo
evidente, nadie sabe cómo funciona ese mecanismo. A veces todo sale bien de esa
manera: también se engaña a los médicos, que renuncian a realizar más
reconocimientos.
(Ferdinand Von Schirach, Culpa,
“Soledad”, Barcelona, Salamandra, 2012, pg 122)
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