martes, 22 de enero de 2013

Cuando nada es lo que parece


Culpa, Ferdinand von Schirach

¿Qué tienen en común la física de partículas, el ikebana, la cría del esturión atlántico europeo, el derecho penal y la crítica literaria? Que son conceptos o áreas con las que la mayoría de nosotros no está familiarizado. Hay que ser un especialista para arriesgar una definición, y casi siempre se hará evidente para quien escucha que estamos “verseando”. En cambio, ¿quién no está familiarizado con el concepto de justicia? ¿Y con el de culpa? Papá, mamá, maestras, curas y psicoanalistas han dejado sus improntas en nuestro chip. Después, Hollywood, pochoclo y finales felices hicieron el resto. Lo cierto es que sabemos lo que es justo y lo que no, y que sentimos culpa cuando no somos buenos chicos. Nunca pareció complicado, ¿no?

Bueno, la idea que queda luego de leer esta magnífica segunda entrega de los relatos de Ferdinand von Schirach es que, ejem, no, no es tan sencillo. Al igual que en Crímenes, en Culpa el autor nos lleva a reflexionar sobre asuntos que creemos conocer, hasta volverlos extraños. ¿No es eso lo que se espera de una obra literaria? Que ataque las certezas, que las dé vuelta como una media y las muestre desde todos los ángulos posibles. Que nos haga ganar perspectiva, y crecer un poco.

Lo bueno es que Von Schirach lo logra narrando con una destreza y una parquedad que conmueven. No le sobra una palabra, y las que elige le alcanzan para llegar hondo. Examinando las variaciones de la culpa en delincuentes, víctimas, abogados y jueces, el bueno de Ferdinand aterroriza y emociona. No sólo es efectista —en el buen sentido, en el sentido de Poe—, sino que también es tremendamente eficaz. Como las bellas máquinas simples, su narrativa funciona sólida, tanto en forma como en contenido. Digo esto porque me pasa que cuando leo en una contratapa que el autor nos habla del “insondable comportamiento humano” desconfío un poco: es la clase de afirmación apta para presentar autores que confunden finales abiertos con historias mal cerradas. Nada más lejos de Von Schirach, que pega fuerte y duro, siempre con la técnica adecuada.

Cuando te metas en estas historias negras y criminales —ojalá puedas hacerlo pronto— te vas a cruzar con un par de jóvenes abogados que pierden la inocencia al defender con éxito a una banda de violadores. Y con mujeres maltratadas y vecinos solidarios. Entenderás la diferencia entre llamarte Turan y Tarun. Sabrás de la crueldad de los chicos de un colegio caro, y de lo que es capaz de hacer una niña celosa. En “La llave” —una de mis preferidas, una novela negra concentrada— conocerás narcos rusos que asesinan chechenos, unas pastillas que vienen de Ámsterdam, un perro que se traga una llave. En “Secretos” —redondísima, brillante, de lo mejor—, a un adorable loco que te sorprenderá en el final.

Culpa es otra brillante colección de historias. Es adictiva como toda buena literatura. Recuerdo que me hice con mi ejemplar un día cualquiera. Estaría leyendo, como es habitual, mis dos o tres libros simultáneos. Pero fue abrir este y congelar a todos los demás. Por unas horas, no necesité otra cosa que estas páginas. Y fue maravilloso.

Traducción: María José Diez Pérez

12/12

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