El
gimnasio: un garito serbio. Obsesión por los anabólicos. Una granja de guardias
de seguridad. En resumen, impregnado de Radovan.
Mrado
llevaba cuatro años yendo a Fitness Club.
Le
encantaba el lugar pese a que los aparatos estaban bastante hechos polvo.
Fabricados por Nordic Gym, una marca antigua. Las paredes no estaban totalmente
limpias. Desde el punto de vista de Mrado, no importaba. Lo que contaba eran la
clientela y las pesas. La decoración en general: el típico kitsch de gimnasio. Plantas de plástico en dos contenedores blancos
con tierra de mentira. Delante de las dos bicicletas estáticas, una televisión
fija a la pared que transmitía Eurosport. En los altavoces, eurotecno
constantemente. Arnold Schwarzenegger posaba en pósteres de 1992. Ove Rytter en
uno del Campeonato del Mundo de Gimnasia de 1994. Dos pósteres de Christel
Hansson, la chica con tabletas de chocolate y tetas de silicona. ¿Sexy? No era
el estilo de Mrado.
Objetivo:
grandulones. Pero no los más locos que competían; no estaban hechos de la pasta
adecuada.
Objetivo:
hombres que se preocupan por su cuerpo, del tamaño, de la masa muscular, pero
al mismo tiempo conscientes de que ciertas cosas importan más que entrenar. El
trabajo tiene prioridad. El honor tiene prioridad. Las acciones correctas
tienen prioridad. La prioridad más alta: mister
R.
(Jens
Lapidus, Dinero fácil, Buenos Aires, Suma
de letras, 2009, pg 37)
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