jueves, 28 de junio de 2012

Un garito serbio


El gimnasio: un garito serbio. Obsesión por los anabólicos. Una granja de guardias de seguridad. En resumen, impregnado de Radovan.
Mrado llevaba cuatro años yendo a Fitness Club.
Le encantaba el lugar pese a que los aparatos estaban bastante hechos polvo. Fabricados por Nordic Gym, una marca antigua. Las paredes no estaban totalmente limpias. Desde el punto de vista de Mrado, no importaba. Lo que contaba eran la clientela y las pesas. La decoración en general: el típico kitsch de gimnasio. Plantas de plástico en dos contenedores blancos con tierra de mentira. Delante de las dos bicicletas estáticas, una televisión fija a la pared que transmitía Eurosport. En los altavoces, eurotecno constantemente. Arnold Schwarzenegger posaba en pósteres de 1992. Ove Rytter en uno del Campeonato del Mundo de Gimnasia de 1994. Dos pósteres de Christel Hansson, la chica con tabletas de chocolate y tetas de silicona. ¿Sexy? No era el estilo de Mrado.
Objetivo: grandulones. Pero no los más locos que competían; no estaban hechos de la pasta adecuada.
Objetivo: hombres que se preocupan por su cuerpo, del tamaño, de la masa muscular, pero al mismo tiempo conscientes de que ciertas cosas importan más que entrenar. El trabajo tiene prioridad. El honor tiene prioridad. Las acciones correctas tienen prioridad. La prioridad más alta: mister R.

(Jens Lapidus, Dinero fácil, Buenos Aires, Suma de letras, 2009, pg 37)

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