Perros callejeros, Elmore Leonard
Cundo
Rey y Jack Foley se hacen amigos en una cárcel de Florida. Cundo es un marielito y exbailarín de club nocturno que
sobrevivió a tres balazos (*), se hizo rico vendiendo drogas a los actores de
Hollywood, y terminó condenado por asesinato. Foley, famoso ladrón de
bancos que nunca iba armado, estaba preso desde que lo mandó, bala mediante, la
agente federal Karen Cisco (**). En la cárcel de Glades Cundo y Jack se hicieron inseparables: se
hicieron perros callejeros, road dogs.
Pasaban todo el tiempo juntos, y Cundo le hablaba a Jack de su fortuna y de sus
casas en Venice Beach, todas a nombre de su amigo, también cubano, Jimmy “el
Monje” Ríos. Le hablaba de su novia, la despampanante Dawn Navarro (***), y de
cómo ella permanecía fiel y enamorada, esperándolo. Tan buen amigo resulta Cundo
que un día paga 30 de los grandes a una famosa abogada, y logra que Jack salga de
prisión. Cundo le pide, por el momento, un único favor a cambio: que vaya a
cuidar de la bella Dawn a una de sus casas de Venice. Y Jack va. Desde luego,
es fácil imaginar que entre ellos dos habrá más contacto que el que Cundo
hubiera autorizado. Y lo hay.
Dawn,
que sostiene que en otra vida fue reina en el Antiguo Egipto, “trabaja” de médium
para las millonarias insatisfechas de Hollywood. Así es que le pide ayuda a
Jack para, juntos, estafar a una viuda que quiere desalojar de su casa el
espíritu de su marido. Y él, sin gran entusiasmo, se deja convencer. Pero lo que
tiene preocupado a Jack es qué le va a pedir realmente Cundo a cambio por aquel favor de la abogada. Sobre todo
cuando se entera que Cundo será liberado en pocos días. ¿Le pedirá armar algún
atraco bancario? ¿Y Dawn? ¿No parece que ella tuviera sus propios planes para
él? ¿Acaso usarlo para quedarse con la fortuna del cubano? En resumen, todos
quieren algo de Jack. Pero Jack sólo quiere vivir en paz.
Perros callejeros tiene todo lo que
entrega cualquiera de las buenas novelas de Leonard: diálogos excelentes,
anécdotas que son cuentos dentro de la novela, una galería de extravagantes
personajes secundarios (entre los que destaca Lou Adams, el agente del FBI
obsesionado con Jack, que quiere atraparlo robando un banco y volcar toda la
historia en un libro) y los acostumbrados guiños para cinéfilos.
Pero
es la tensión entre Cundo, Dawn y Jack la que mueve la historia. Nadie confía
mucho en nadie. Todos parecen simpáticos y cool,
pero en realidad son peligrosos y, a veces, para peor, bastante estúpidos. No
parece que nada suceda ni vaya a suceder, hasta que sucede. Hay mucha charla y
mucho humor, hasta que en un momento —no cualquier momento sino el momento
justo— la violencia estalla, y estalla en serio (gente termina en freezer).
Es
pública la admiraci
ón que
tengo por Elmore Leonard. No encontré todavía una novela suya que no quisiera
recomendar. La excelente Perros
callejeros, esta historia sobre la amistad, la lealtad y el precio de algunas
personas, no es la excepción. Publicada en 2009, es una de las últimas novelas
de Leonard traducidas al español. Un dato que cobra un nuevo significado ahora
que Elmore colgó los guantes y le dio descanso a la vieja IBM.
Traducción: Catalina
Martínez Muñoz
9/13
(*)
en el final de Joe LaBrava, publicada
en 1983, el fotógrafo protagonista del título dispara tres balazos a Cundo Rey.
Elmore Leonard ha dicho en una entrevista que, interesado en incluir a Cundo en
una nueva novela, fue a revisar ese final para constatar, con alivio, que en
ningún lado decía que Cundo hubiera muerto. Fue entonces inventarle una terapia
intensiva, un par de delitos más, una estadía en la cárcel con Jack Foley, y
listo: Cundo ya podía protagonizar Perros
callejeros.
(**)
Jack había secuestrado —y enamorado— a Karen en Out of sight, novela de 1996
(***)
Dawn también aparece en una novela anterior de Leonard. Es en Riding the rap, publicada en 1995,
aparentemente no traducida al español.
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