lunes, 1 de julio de 2013

Lección de motociclismo

“El mayor enemigo del motociclista es fijarse en el objetivo. Está en nuestra sangre. Por desgracia, la conexión entre los ojos y el cerebro funciona de esta manera: si miras un bache o una piedra, acabarás tragándotelo. Asegúrense de no mirar nunca directamente al obstáculo. A los pilotos de combate se les enseña a mirar a noventa grados del objetivo en el momento en que aprietan los botones de disparo de misiles. Una vez que has visto un obstáculo en la carretera, sabes que está allí. Busca la manera de evitarlo; mantén los ojos en la trayectoria segura. Tú y la moto la seguiréis automáticamente.”
Estaba allí sentado pensando en que esto no sólo era una lección de motociclismo; la vida también funcionaba así. Aunque te dieras cuenta tarde o muy tarde. Algunas veces no veías las piedras. Como cuando volvió después de la guerra. Dispuesto para el combate, atento y preparado para la nueva Sudáfrica. Preparado para utilizar su entrenamiento, sus habilidades y su experiencia. Un alumno de la universidad de la KGB, licenciado en la escuela de francotiradores de la Stasi, un veterano con diecisiete eliminaciones en ciudades de Europa.
Nadie le había aceptado.

(Deon Meyer, El pico del Diablo, Barcelona, RBA Libros, 2010, pág 136)


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