martes, 2 de julio de 2013

Serpiente

Lo que ahora era su manera de pensar, no era como entonces. Al principio había actuado en términos de “nosotros” y “ellos”, dos opuestos, dos grupos separados a cada lado de la ley, seguro en su creencia de que había una diferencia definitiva, una línea divisoria. Por la razón que fuera. Quizás genética o psicológica, pero así era y punto; algunas personas eran criminales y otras no, y era su trabajo limpiar y purificar la sociedad del primer grupo. No era una tarea imposible, sólo muy grande. Pero directa en su mayor parte. Identificar, arrestar y eliminar.
Ahora, al final del túnel del alcohol, de su redescubierta sobriedad comprendió que ya no creía en eso.
Ahora sabía que todos lo llevaban dentro. El crimen yacía dormido en cada uno, una serpiente hibernando en el subconsciente. Con el calor de la avaricia, los celos, el odio, la venganza, el miedo, levantaba la cabeza y atacaba. Si nunca te había pasado, debías considerarte afortunado. Afortunado si en tu camino por la vida evitabas los problemas y, cuando llegabas al final, lo peor que habías hecho era robar clips en la oficina.

(Deon Meyer, El pico del Diablo, Barcelona, RBA Libros, 2010, pág 225)


No hay comentarios:

Publicar un comentario