viernes, 25 de febrero de 2011

Mordiendo la Gran Manzana

La vida fácil, Richard Price

¿Vieron cuando una novela viene anunciada con demasiaaaado entusiasmo? Ya saben, genios del marketing pueblan las solapas de cosas tipo “dijo Fulano: ‘La obra definitiva…’” o “El mejor entre los mejores”. Bueno, La vida fácil es una de esas novelas, pero con una distinción: está a la altura. Está, en verdad, muy a la altura.

Un típico asesinato urbano es el disparador para esta novela que es bastante más que una novela de género. Price se vale del “universo” del policial para construir este relato que nos habla de la vida, de las almas humanas.

El mencionado asesinato se produce durante un intento de robo en el Lower East Side, Manhattan, Nueva York. Hay una víctima, testigos, policías, jefes de esos policías, periodistas, familiares, amigos. Hay interrogatorios, sospechas, declaraciones, gente que es encarcelada, luego liberada. Hay drogas, hay pandillas, hay marginales.

Y mientras nos relata toda esta trama sin enigma, Price nos lleva de paseo mostrándonos con gran delicadeza la fragilidad, el dolor, la tremenda soledad. Nos muestra cómo lo que es apenas un caso más en la crónica policial de cualquier gran urbe, de esos que miramos en la tele sin que ni siquiera nos dificulte un poquito el desayuno (un caso como el de ayer, y mañana habrá otro) resulta una hecatombe, un giro sin retorno, un nuevo rumbo para las vidas de las personas involucradas.

Con mucho oficio, Price nos presenta a sus personajes: nunca explicando al lector lo que pasa por el corazón de ellos, sino mostrándolos actuar, reaccionar a estímulos, haciéndolos hablar. O sea, como debe ser. Se vale para ello de un extraordinario e inusual dominio de los diálogos. Muchos consideran a Price, famoso por sus guiones de cine y TV, uno de los mejores dialoguistas de la literatura norteamericana, comparándolo con el gran Elmore Leonard (lo que es realmente mucho decir). Y la verdad, luego de leer La vida fácil, uno no es quién para negarlo: merece el puesto.

Varios de los personajes de esta novela me resultarán inolvidables. Los policías Matty Clark y Yolonda Bello, que ponen (demasiado) corazón y cerebro al frente de la investigación. Eric Cash, encargado de un bar y actor frustrado, confuso y egoísta testigo y sospechoso a la vez . Harry Steele, lúcido jefe de Eric. El propio Ike Marcus, la víctima, que es recordado en un bizarro homenaje de sus amigos (medios de prensa, micrófono, discursos), en una escena memorable del libro. Su media hermana Nina, protagonista en ese homenaje. Pero mi personaje preferido (siempre tenemos uno, quién lo va a negar) es Billy Marcus,el padre de Ike: con su alma a cielo abierto y su desgarradora locura resulta de una humanidad que conmueve.

Y claro, la inspiradora ciudad de Nueva York, la Gran Manzana, con sus barrios, sus desigualdades y su cultura amplísima pero fragmentada en secciones que no se reconocen entre sí es también un personaje más que vive y respira.

Richard Price resulta un autor muy importante: pinta las almas con la profundidad de un Russell Banks o de un Joseph Wambaugh (para mencionar un autor vinculado al género), usando las herramientas del mejor Elmore Leonard.

Inolvidable. Una de las mejores que he comentado desde que llevo este blog.

Traducción: Carlos Milla Soler

11/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario