Ya en la casa, lo primero es lo primero:
Llamar a la oficina.
Nada.
La falta de noticias son malas noticias para los Kemplay y Clare, y buenas para mí.
Veinticuatro horas se van a cumplir, tic-tac.
Veinticuatro horas que significan que Clare ha muerto.
Colgué el teléfono, miré el reloj de mi padre y me pregunté cuánto tiempo tendría que quedarme entre sus familiares y amigos.
Pongamos que una hora.
Volví por el pasillo, el chico con firma al fin, que traía más muerte a la casa de la muerte.
(David Peace, 1974, Barcelona, Alba Editorial, pg 29)
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