jueves, 14 de julio de 2011

Muerte en un funeral

Ya en la casa, lo primero es lo primero:

Llamar a la oficina.

Nada.

La falta de noticias son malas noticias para los Kemplay y Clare, y buenas para mí.

Veinticuatro horas se van a cumplir, tic-tac.

Veinticuatro horas que significan que Clare ha muerto.

Colgué el teléfono, miré el reloj de mi padre y me pregunté cuánto tiempo tendría que quedarme entre sus familiares y amigos.

Pongamos que una hora.

Volví por el pasillo, el chico con firma al fin, que traía más muerte a la casa de la muerte.

(David Peace, 1974, Barcelona, Alba Editorial, pg 29)

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