lunes, 25 de julio de 2011

La educación criminal

Monstruos perfectos, Miguel Ángel Molfino

Supe de esta novela y de este autor por una auspiciosa crítica de Guillermo Saccomano publicada en Página/12. No abundan en nuestra (por argentina) literatura contemporánea los buenos autores de este género, de modo que me aboqué a la búsqueda de Monstruos perfectos. Descubrí que no se la podía encontrar en las grandes cadenas de librerías de Buenos Aires. Finalmente —ventajas de tener un blog—, me dejaron la dirección de la Librería de la Paz, en pleno San Telmo. Allí la encontré, ansioso, una fría mañana de sábado.

La historia de Monstruos perfectos es la historia de Miroslavo Hordt, y de cómo pasa de ser el adolescente algo retrasado y tímido que contempla atardeceres desde el techo de un galpón, al proyecto de delincuente que se ve envuelto en operaciones ilegales y tiroteos. La asombrosa transformación comienza cuando dos hombres —que me recordaron a los asesinos del famoso cuento de Hemingway— llegan a la casa de Karel y Marcelina, padres de Miro. La visita termina con unos disparos. Miroslavo los escucha desde cierta distancia, antes de caer desmayado de terror, escondido en el galpón.

Al día siguiente, con la ayuda del fiel indio Veinte Pesos, Miroslavo entierra los cadáveres y huye. Sabe que tarde o temprano van a buscarlo como sospechoso de los asesinatos. Comienza así un periplo en el que, con el despiadado comisario Velarde y sus agentes pisándole los talones, Miro no tardará en cruzarse con Hansen, un violento traficante de armas que lo iniciará en la vida delictiva. Mientras tanto y cerca de allí, el corrupto abogado Maciel organiza un golpe a un camión de caudales. El azar hará que las historias de todos ellos se crucen en una cruenta noche a orillas del Paraná…

Monstruos perfectos es una novela que me produjo sensaciones encontradas. Es una novela que no me ha gustado del todo, pero que aún así debe ser celebrada. Empiezo por enumerar los puntos altos que le encuentro a esta obra. Primero, el escenario: la poética descarnada de Molfino logra retratar la brutalidad de esa naturaleza hostil del Chaco, la marginalidad y la miseria de los que sobreviven a la vera de un río sucio de barro y de sangre. El primer capítulo instala al lector en medio de ese paisaje perturbador con una eficacia muy meritoria. Por otra parte, la trama tiene todos los elementos que hacen a una buena historia del género: el joven Miro fugitivo —iniciado en las armas por el peligroso traficante Hansen, y en el sexo por la voluptuosa Lucrecia—; los policías que, sabiéndose impunes en una tierra sin ley, arrancan confesiones y vidas a fuerza de golpes de picana; el Dr. Maciel y su banda de delincuentes cuasi aficionados; los mafiosos paraguayos, chinos y ¿¡mexicanos?! Molfino logra, además, una muy correcta reproducción de época. Por un lado, se apoya en los elementos más “fáciles”, casi costumbristas: marcas de cigarrillos, de ropa, de autos, Lucrecia como un homenaje a la Coca Sarli. Pero por otro —y acá está el verdadero mérito— reproduce un clima de época a través del lenguaje de algunos personajes, a través de la presencia ominosa y opresiva del poder militar, a través de la mención de las armas en juego: todos elementos que transportan al lector a una época de la Argentina en la que se estaba gestando el período más negro de nuestra historia reciente.

Sin embargo, hay algunos aspectos que deslucen estos puntos buenos. Por empezar, hay demasiados pasajes de la novela que parecen “descuidados” por el autor —¿o debería decir por el editor?—, en cuestiones bien técnicas del proceso de escritura. Me refiero a problemas de punto de vista, o a espacios activos ausentes o mal utilizados, o el uso algo caótico de las bastardillas reemplazando a los que son lisa y llanamente líneas de diálogo. Todos “detalles” —lamentablemente, cada vez más se los considera meros “detalles”— que incomodan la lectura, y que podrían perdonarse en una edición de autor, o en un primera publicación, pero que desmerecen a una novela con las aspiraciones que tiene Monstruos perfectos. Le cuestiono también algunos lugares comunes —el malo Uría, un millonario más propio de Bel Air que de Estero del Muerto; los contactos políticos de Maciel— y un coqueteo con el humor que desentona, que resta en vez de sumar, y del que Molfino no sale indemne.

Sin embargo, reafirmo lo dicho más arriba. Monstruos perfectos es una novela que, aún con sus defectos, debe ser celebrada porque no abundan novelas así: de color bien negro y de identidad bien argentina.

7/11

2 comentarios:

  1. Ariel, como va?
    Que bueno que te interesó las cronicas de Kike en la SN. Un grande la verdad. Fijate vos que andas en la escritura que va a empezar un taller para trabajar novelas cuentos el mes que viene.

    En cuanto a la novela esta, me paso algo extraño. Como me suele suceder con todas las cosas que vienen anunciadas con bombos y platillos. Cada persona o escritor con el que hablaba me decia que era la mejor novela argentina policial del año pasado y este. Y de hecho debe serlo, al estar nominada en la SN a mejor primera novela.
    La novela arranca bien, te pone en un buen ambiente, como vos remarcas, pero de a ratos se torna confusa e inverosimil. La aparicion de Hansen en el bar apurandolos sin sentido. La parte de la policía, se come la primer parte y no siento que aporte nada. Lo puedo entender a Molfino como una descarga (le mato a la familia durante ese periodo), pero a fin de cuentas no sirve, al menos no esa extension en que aparece. tiene como 40-60 paginas de mas.
    despues lo que sentí es que se pasaba de rosca con los adjetivos, Mempo, es su amigo, pero ahi a decir que es el mas norteamericano de los argentinos, le erró y feo, porque al contrario, la escuela yanki cuanto mas seco mejor. Molfino repite hasta 4 veces la misma cosa, en dos renglones.
    Por otra parte, sentí que habia muchas cosas de Thompson, Chandler, pero que les faltaba pasar por su filtro, para la creacion de un estilo, para que no quedaran como frases que hacian ruido y uno decía "esto en 1280 encajaba de 10".
    Lo mejor de la novela, es la relacion de Miro y Hansen, en ese ambiente de road, que logró pasar a lo argentino. Siento que ahi, se concibe una historia interesante, con sus partes secundarios (el trato de las armas, la Coca Sarli, los otros ladrones). Eso es lo que me compro, y por lo que espero que haya una segunda parte.
    Para una primera novela me parece muy bien. Lo que no pude leer los cuentos, y me dijeron que son muy buenos.
    Un saludo

    Nicolas

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  2. Hola, Nicolás.
    No puedo menos que coincidir con tu lúcido comentario, en varios aspectos. Desde luego, también se me cruzó Thompson, y algo del ambiente de "A sangre fría" (granja, escopetazos...)
    No sabía lo de la nominación. Ojalá le vaya bien a Molfino en la SN. De verdad, ¡quién pudiera estar ahí, con su primera novela!
    Pero aunque gane lo que sea, sigo insistiendo en que se dejó una novela sin pulir lo suficiente, una buena historia que tendría que haber brillado mucho más.
    Te mando un abrazo, y vuelvo a felicitarte por lo de Kike en la SN... ¡sigo la crónica día a día!
    Abrazo,
    A

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