lunes, 17 de noviembre de 2014

Por las tumbas antes que por las butacas

Paseo entre las tumbas, Lawrence Block

Con el Matt Scudder de Liam Neeson ya en los cines, es el momento de publicar esta reseña. Digo, antes de que la versión en celuloide (¿existe aún tal cosa, el celuloide?) dirigida por Scott Frank —que veré de un momento a otro— influya en mis apreciaciones.

Décima novela de la serie de Matt Scudder —serie que al día de hoy lleva la friolera de 17 novelas y unos cuantos relatos—, la acción transcurre, como es habitual, en Nueva York, donde Scudder sigue viviendo de “hacer favores” como detective privado. Un compañero de Alcohólicos Anónimos le pide ayuda: su hermano, el narco libanés Kenan Khoury, fue víctima de una extorsión. Unos tipos secuestraron a su mujer, Francine. Le pidieron un rescate. Era evidente que sabían que Kenan, dada su ocupación, no podía ir a la policía. Y no fue: pagó el rescate tal como acordó con los delincuentes. Pero ellos le devolvieron a su mujer en una bolsa. En varios pedazos.

Y ahora Kenan necesita ayuda para encontrar a los culpables.

Reticente al principio, Matt termina aceptando el trabajo. Estamos a finales de los ochenta, o comienzos de los noventa. Nueva York aún no conoce la “tolerancia cero”: los subtes graffiteados y los alrededores de Grand Central Station son un entramado de rincones peligrosos, oscuros detrás de las marquesinas de Broadway. Por esas calles y las de Brooklyn se moverá Scudder. Recurrirá a algunos viejos contactos de la policía, pero sobre todo contará con la ayuda del joven negro TJ, habitué de los locales de videojuegos de Times Square. Él es quien lo contacta con los Kong, un par de nerds que, ya hartos de ganarles a las maquinitas, han comenzado una incipiente carrera de hackers. En un mundo que aún no ha visto los teléfonos celulares, y en el que las cabinas telefónicas son necesarias como el aire —en especial si uno trata con secuestradores—, su conocimiento les permitirá infiltrarse en las redes y rastrear llamadas. Cuando encuentran que Francine no fue la primera ni la única víctima de los secuestradores y descuartizadores, Elaine, la call-girl “amigovia” de Scudder, se suma al equipo, ayudando a ubicar posibles víctimas sobrevivientes.

La fatigosa investigación para dar con los responsables de la muerte de Francine Khoury se transformará en una carrera contra el reloj cuando los mismos secuestradores llamen al narco ruso Yuri Landau: los tipos tienen a su hija de 15 años. Y aunque Scudder no tiene muchas esperanzas de que esté viva, deberá intentar un final diferente para ella.

Paseo entre las tumbas es, de todas las novelas de la serie que he leído, la que tiene una trama de mayor peso. Por decirlo de alguna forma, el misterio a resolver y la investigación se vuelven importantes. Más tal vez que el desarrollo de personajes que es característico de la serie. Desde luego, la potencia de Matt Scudder está lejos de quedar apagada. Pero el de esta novela, un Scudder ya en el camino de la recuperación, yendo a infinidad de reuniones de AA, dando un paso serio en su relación con Elaine, es un Scudder igual de cerebral pero mucho más “táctico” que “filosófico” o introspectivo. Esta trama lo necesita así. Me hizo acordar mucho al infalible Jack Reacher, obviamente, sin su faceta action hero. De los secundarios, después de la querible Elaine, sin duda el mejor es TJ, que vuelve a aparecer luego de Un baile en el matadero, ahora ya afirmándose en su rol de ayudante del detective. Los diálogos con entre él y Matt, llenos de picardía callejera, son de lo mejor de la novela.

Entretenida y de buen ritmo, de Paseo entre las tumbas nos queda la imagen de un Matthew Scudder en plena transformación, cada vez más lejos de aquel que nublaba sus días en el bourbon, pero siempre cerca de los grandes temas que lo obsesionan: la esquiva posibilidad de justicia, la violencia, la culpa que sigue y sigue. Me pregunto, a horas de encontrarlo en la pantalla grande, cuál de estos Scudder será el de Liam Neeson en la adaptación al cine. 



Traducción: Edith Kern

7/14


Seguí pinchando: otras lecturas de Matt Scudder en el blog podés encontrar pinchando aquí. De Child y Reacher, ya que se lo menciona en la reseña, El camino difícil es una que también transcurre en Nueva York, aunque no necesariamente en los mismos escenarios. Pero la joya está en esta entrada: ¿a qué no sabés que novela era esta que leía el famoso borracho Jack Taylor, creación de Ken Bruen, en este pasaje? Correcto: Paseo entre las tumbas

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