Paseo entre
las tumbas, Lawrence Block
Con el Matt Scudder de Liam Neeson ya en los cines, es el momento
de publicar esta reseña. Digo, antes de que la versión en celuloide (¿existe
aún tal cosa, el celuloide?) dirigida
por Scott Frank —que veré de un momento a otro— influya en mis apreciaciones.
Décima novela de la serie de Matt Scudder —serie que al día de hoy
lleva la friolera de 17 novelas y unos cuantos relatos—, la acción transcurre,
como es habitual, en Nueva York, donde Scudder sigue viviendo de “hacer favores”
como detective privado. Un compañero de Alcohólicos Anónimos le pide ayuda: su
hermano, el narco libanés Kenan Khoury, fue víctima de una extorsión. Unos
tipos secuestraron a su mujer, Francine. Le pidieron un rescate. Era evidente
que sabían que Kenan, dada su ocupación, no podía ir a la policía. Y no fue:
pagó el rescate tal como acordó con los delincuentes. Pero ellos le devolvieron
a su mujer en una bolsa. En varios pedazos.
Y ahora Kenan necesita ayuda para encontrar a los culpables.
Reticente al principio, Matt termina aceptando el trabajo. Estamos
a finales de los ochenta, o comienzos de los noventa. Nueva York aún no conoce
la “tolerancia cero”: los subtes graffiteados
y los alrededores de Grand Central Station son un entramado de rincones peligrosos,
oscuros detrás de las marquesinas de Broadway. Por esas calles y las de
Brooklyn se moverá Scudder. Recurrirá a algunos viejos contactos de la policía,
pero sobre todo contará con la ayuda del joven negro TJ, habitué de los locales
de videojuegos de Times Square. Él es quien lo contacta con los Kong, un par de
nerds que, ya hartos de ganarles a
las maquinitas, han comenzado una incipiente carrera de hackers. En un mundo que aún no ha visto los teléfonos celulares, y
en el que las cabinas telefónicas son necesarias como el aire —en especial si
uno trata con secuestradores—, su conocimiento les permitirá infiltrarse en las
redes y rastrear llamadas. Cuando encuentran que Francine no fue la primera ni
la única víctima de los secuestradores y descuartizadores, Elaine, la call-girl “amigovia” de Scudder, se suma
al equipo, ayudando a ubicar posibles víctimas sobrevivientes.
La fatigosa investigación para dar con los responsables de la
muerte de Francine Khoury se transformará en una carrera contra el reloj cuando
los mismos secuestradores llamen al narco ruso Yuri Landau: los tipos tienen a
su hija de 15 años. Y aunque Scudder no tiene muchas esperanzas de que esté
viva, deberá intentar un final diferente para ella.
Paseo entre las tumbas es, de todas las novelas de la serie que he leído, la que tiene
una trama de mayor peso. Por decirlo de alguna forma, el misterio a resolver y
la investigación se vuelven importantes. Más tal vez que el desarrollo
de personajes que es característico de
la serie. Desde luego, la potencia de Matt Scudder está lejos de quedar
apagada. Pero el de esta novela, un Scudder ya en el camino de la recuperación,
yendo a infinidad de reuniones de AA, dando un paso serio en su relación con
Elaine, es un Scudder igual de cerebral pero mucho más “táctico” que
“filosófico” o introspectivo. Esta trama lo necesita así. Me hizo acordar mucho
al infalible Jack Reacher, obviamente, sin su faceta action hero. De los secundarios, después de la querible Elaine, sin
duda el mejor es TJ, que vuelve a aparecer luego de Un baile en el matadero, ahora ya afirmándose en su rol de ayudante
del detective. Los diálogos con entre él y Matt, llenos de picardía callejera,
son de lo mejor de la novela.
Entretenida y de buen ritmo, de Paseo entre las tumbas nos queda la imagen de un Matthew Scudder en
plena transformación, cada vez más lejos de aquel que nublaba sus días en el
bourbon, pero siempre cerca de los grandes temas que lo obsesionan: la esquiva posibilidad
de justicia, la violencia, la culpa que sigue y sigue. Me pregunto, a horas de
encontrarlo en la pantalla grande, cuál de estos Scudder será el de Liam Neeson
en la adaptación al cine.
Traducción:
Edith Kern
7/14
Seguí pinchando: otras lecturas de Matt Scudder en el blog podés
encontrar pinchando aquí. De Child y Reacher, ya que se lo menciona en la
reseña, El camino difícil es una que
también transcurre en Nueva York, aunque no necesariamente en los mismos
escenarios. Pero la joya está en esta entrada: ¿a qué no sabés que novela era
esta que leía el famoso borracho Jack Taylor, creación de Ken Bruen, en este pasaje? Correcto: Paseo entre las tumbas.
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