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martes, 19 de octubre de 2010

Magia y violencia en las orillas

Santería , Leonardo Oyola

Santería es la primera novela de la que será una saga de cuatro, a editarse en la interesante colección Negro Absoluto (que incluye, casualmente, la novela del comentario anterior, Lejos en Berlín).

Juan Sasturain, su director, escribe una contratapa por demás vendedora, y que motivó que me comprara esta novela, aún cuando consideré fallida la anterior que había leído del mismo autor, Siete & el Tigre Harapiento.

Y debo admitir que Oyola esta vez respondió a las expectativas creadas en la contratapa.

Santería es una veloz, violenta, entretenida historia que transcurre en los años 90 en algunas villas miseria de Buenos Aires (¿reales o ficticias? ¿importa?): Puerto Apache y el Jabutí. La primera, situada al lado de la Costanera Sur, vive sus últimos días, próxima a ser barrida por la que años después será la huella más visible a nivel urbano del oropel menemista: Puerto Madero. La segunda podría ser uno de los tantos asentamientos de la zona del Bajo Flores, atiborrados de inmigrantes de países limítrofes.

En estos escenarios muy bien recreados se mueve la protagonista y narradora, Fátima Sánchez, conocida como La Víbora Blanca.

Fátima es una joven bruja que lee las cartas, que ha perdido un amor de su vida, el maleante Ray, y que perderá otro amor de su vida, el policía Charly … y que puede ver el futuro en el llanto de las palomas. Un futuro atravesado por la presencia de su enemiga, la Marabunta. Absolutamente malísima, la Marabunta no acepta que Fátima se rebele contra ella, y promete destruirla, herirla en donde más le duele. Pero Fátima no está sola: la acompañan su sobrino Danielín, su amigo el Emoushon y el policía Aguirre, quienes están dispuesto a dejar todo para defenderla de la Marabunta y su ejército de guardaespaldas.

Así las cosas, la historia transcurre oscilando entre la violencia del policial más duro, y las referencias a lo religioso y a lo esotérico, a través de la fuerte presencia de santos e íconos de la fe popular de nuestro país (San Jorge, el Gauchito Gil, San La Muerte). Y todo embebido en un ambiente barriobajero, orillero, con permanentes alusiones a la cultura pop, especialmente en el soundtrack de la novela (desde la cumbia al pop, desde La ventanita del amor a A total eclipse of the heart), en “el llorar de las palomas” que lee Fátima (¿alusión al ochentoso tema de Prince?) y en los modos en que se nombran los personajes entre ellos (el mismo apodo del Emoushon, o los Kevin Costners, que como en la película con Whitney Houston, aquí son los guardaespaldas de la Marabunta).

Buen arranque de Oyola para esta primera parte. ¡Vayamos por más!

5/10

jueves, 9 de septiembre de 2010

Primer tango de Muñecas

Kriminal tango, Álvaro Abós

Un tipo cualquiera, un contador, sale de su oficina del centro. Lo que parece un mediodía más, terminará siendo bastante especial: veinte minutos más tarde el cadáver del contador se está quemando dentro de un ataúd, tirado en una intersección de dos calles del puerto de Buenos Aires.

Así comienza Kriminal tango, esta muy buena novela de Álvaro Abós, y así comienza para su protagonista, el Inspector Muñecas, el “caso Levinski”. Un caso difícil, impenetrable. Las tramas que se ramifican partiendo del tronco que es el Estudio Levinski incluyen inversiones extranjeras, lavado de dinero, negociados con la recolección de basura, mafiosos chinos… A esta altura nadie se asombra de que un estudio contable maneje algunos asuntos poco claros pero, ¿qué tan oscuros deben ser como para explicar la brutalidad de los asesinos de Levinski?

Muñecas, un personaje que se las trae, es portador de una melancolia que roza con la desesperanza. Violinista y tanguero, esposo abandonado, duro interrogador, el Inspector de la Federal nos lleva de la mano, junto con su colega Magro, a través de una Buenos Aires oscura, hostil, fría, pero absolutamente reconocible: tanto que es la ciudad un protagonista más de esta historia.

El oficio de Álvaro Abós, que ha abrevado en el cuento, el ensayo y la novela, se evidencia en su estilo pulido y cuidado pero a la vez con la contundencia que requiere una buena historia criminal. Todos los elementos del clásico policial negro están presentes en Kriminal Tango: hay corrupción y asuntos poco claros, hay burocracia policial, hay calles y cafés de una Buenos Aires que siempre es testigo y cómplice. Hay policías que no tiemblan a la hora de dar y recibir, milongas peligrosas y un caso que, mucho tiempo después de haber sido abandonado, resurge y comienza a ver la luz …

4/10